No sé si los aspirantes al poder derogarán esta ley cuando tomen mando en plaza o no; pero disfrutemos de ella mientras tanto. El cáncer, la posibilidad de enfermedades y de muertes de inocentes por vía aérea queda un tanto mitigada. No está mal. Los camareros serán más longevos, probablemente; esperanzadoras consecuencias.
¿Todo lo demás? Pues eso: ¡Bla- bla- bla! Y dolor de bolsillo -transitorio supongo- para quienes viven de los clientes fumadores. Porque ya me dirán ustedes qué le puede importar al dueño del bar en el que suelo desayunar si fumo al día dos, tres o cuatro cajetillas de tabaco. Lo que le importa, eso sí, es la posibilidad de que no le deje los dos euros en su caja si soy fumador y han prohibido fumar en su establecimiento.
¿El Estado? Pues probablemente tampoco le interese mucho mi (nuestra) salud a la vista de que vende el producto por el que debe de sacar buenas ganancias. Pero supongo que habrá hecho cálculos y le salen muy caros los tratamientos de los afectados por el problema. Y mientras dura la contradicción… bienvenido sea su pragmatismo en este caso.
…Y el aire se hizo más respirable; gracias legislador.
Antonio Caparrós Vida