Ellos y ellas desperdigados por la vergüenza de haberlos abandonado, por haber formado parte del pelotón de los perdedores, con sus camisas y canciones dobladas en la nostalgia de cuando se desplegaban, como los colores de su bandera tricolor, arrinconada en el penúltimo vestigio de la esperanza que nunca llega, que tampoco llama a la puerta, y sin embargo ondea altiva como el primer día.
Conmemoración inevitable y necesaria, desde el clamor de las cunetas que aún reclaman su sitio en el honor de los vencidos, desde el silencio de los héroes anónimos que gozaron de salud republicana, que no han perdido la ilusión por su fe y su idea, desde el dolor y el sufrimiento, la injusticia que marcó a una generación entera por, a pesar de la derrota, no haberse dejado vencer.
14 de Abril, fiesta de la primavera y la libertad, en el santo y seña de los luchadores que se dejaron la piel y la juventud en la quimera de sobrevivir en dignidad y honorabilidad, en los frentes por la igualdad y la fraternidad, de norte a sur, de oriente a occidente, con las raíces arrancadas de cuajo y su sementera esparcida en la memoria de quienes aún creemos en ellos.
Fiesta del respeto y el reconocimiento tras demasiados renuncios, por mor de la concordia y el olvido, sobre el paradigma de la revolución que no pudo ser, en nombre del pueblo español que siempre se mereció más, a pesar de todo.
14 de Abril en el espíritu indomable de quienes no se rindieron jamás, ni tras la derrota y la venganza, en la querencia inconsolable de la patria perdida, el ideal irrenunciable por el que aún se ilumina la mirada de los viejos luchadores.
Logroño 9 – abril – 2.011
Fuente: Antonio Garcia Gómez