MATUCHA GARCÍA. MÁLAGA Madrugada del 24 de septiembre, pero de hace cien años. La noche oscura, cerrada, desapacible y lluviosa fue la antesala de la tragedia. La naturaleza, que camina sin riendas, convirtió el agua torrencial del cielo en una masa viscosa, al mezclarse con la tierra y la vegetación que arrastraba de las laderas. Bajaba sin control hacia la ciudad de Málaga.
Ante el grave peligro que amenazaba las vidas de los malagueños, un hombre, que se percató de las catastróficas consecuencias que podría acarrear la crecida del río Guadalmedina, montó diligente sobre su caballo y, delante de esta pasta de agua, logró llegar a la urbe y alertar de la situación. Las campanas de la ciudad comenzaron a repicar con fuerza en torno a las dos o las tres de la madrugada para alertar del riesgo. Dicen los estudiosos de la inundación que azotó Málaga en 1907, que la tragedia pudo ser mayor.
Se contabilizaron más de 20 fallecidos en la capital y el mismo número de muertos en la zona de Casabermeja, municipio desde donde bajó la riada. Cabe reseñar que en aquella época no existían censos de población precisos, por lo que la cifra pudo ser mayor.
Este es el relato de unos hechos acontecidos hace cien años y narrados por Manuel Olmedo, estudioso de la historia de Málaga y miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo y de la Academia Malagueña de Ciencias, que recuerda que en 1907 no ocurrió nada que no hubiese pasado ya antes. La falta de vegetación en las laderas del río a causa del cultivo de la vid fue uno de los principales motivos que ayudaron a esta tragedia.
Las soluciones. La historia de Málaga contabiliza en torno a 40 inundaciones graves, el 75% producidas en septiembre y la mitad del total entre el 20 y el 30 del citado mes, comenta Olmedo. "Los vientos cargados de agua procedentes del Atlántico chocan con el calor de Málaga. Es lo que se conoce como gota fría", resalta.
Tras la catástrofe de 1907 se pusieron en marcha diversas actuaciones para controlar la crecida del río. En primer lugar, se construyó la presa del Agujero, un embalse de laminación de avenidas, es decir, permite controlar el caudal para que no pase más agua de la que puede transportar el cauce del río sin desbordarse.
No fue una solución completa, ni definitiva. "El cauce subió dos metros en una sóla tormenta por la tierra que arrastró el agua de los montes al no existir vegetación", explica Olmedo. Por este motivo, comenzó la actuación de corrección hidrológico-forestal, es decir, se inició la reforestación de casi 4.000 hectáreas de las laderas del Guadalmedina. "Se cultivaban vides y, precisamente, en septiembre ya estaban vendimiadas, lo que provocaba que la tierra estuviera suelta", precisa. También se acometió el encauzamiento del río a su paso por la ciudad.
El Limonero. Algunas de las acciones acometidas para paliar el problema no fueron precisamente rápidas. Para la defensa de Málaga se estudiaron cinco soluciones más: un túnel de desvío al mar a partir del actual embalse del Agujero; edificar una presa de regulación en El Limonero; un nuevo embalse de regulación aguas arriba del Agujero; el trasvase del río Guadalmedina al Campanillas y la presa de Casabermeja con trasvase al río Campanillas.
Finalmente se optó por la construcción de la presa de El Limonero que se finalizó en 1984, según datos facilitados por la Cuenca Mediterránea Andaluza.
Respecto a las soluciones definitivas para el río Guadalmedina, ya en el cabildo del Ayuntamiento en 1559 se propuso desviar el cauce debido a que los arrastres entraban en el Puerto de Málaga, lo que le provocaba que éste perdiese fondo y que los barcos no pudiesen entrar.
La Málaga de 1907. Era la época del reinado del Alfonso XIII, la etapa de la Restauración. Málaga seguía dominada aún por el sector primario (agricultura) pero se estaba produciendo un crecimiento en los sectores modernos (industriales y mercantiles), según comenta el profesor de Historia Contemporánea de la UMA, Fernando Arcas.
Málaga se encontraba en una época de crisis económica fuerte que se aprecia en una salida importante de emigrantes hacia América. Es época de caciquismo, aunque a la misma vez es el inicio de la modernidad política en Málaga con una sociedad obrera cada vez más fuerte que protagoniza las primeras huelgas. También existía una minoría republicana importante que controlaba la Sociedad Económica de Amigos del País y que impulsó la construcción de casas para los afectados por las inundaciones en la zona de calle Mármoles.
Pero, el río Guadalmedina sigue aún sin solución. Muchos han sido los proyectos, embovedamientos y los desvíos sobre los que se ha hablado a lo largo de los años, no acometiéndose hasta el momento ninguna actuación.
Precisamente, la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Málaga han acordado recientemente que sea un concurso de ideas el que resuelva la situación del río que divide la ciudad en dos partes. Quizás esta vez sea la definitiva.
LA OPINION DE MALAGA