No se puede hundir un arco iris, dijimos cuando miembros de la Armada Francesa pusieron una bomba en el Rainbow Warrior. No nos van a parar, ni a amedrentar, ya sea con cambios en el código penal o con leyes de seguridad ciudadana más propias de épocas afortunadamente superadas. En Greenpeace seguiremos ejerciendo nuestro derecho a la protesta pacífica con el que tantos avances se han conseguido en la protección del medio ambiente y seguiremos insistiendo para cambiar leyes que nos restringen a todos los derechos y que impiden el cambio y el avance hacia un mundo mejor. En estas tres últimas décadas, la acción directa no violenta ha sido una herramienta fundamental para denunciar los problemas de degradación ambiental, sus responsables y quienes lo han permitido cuando tenían que velar por el interés general. A algunos políticos se les olvida, que la democracia es mucho más que acudir a votar cada cuatro años o participar en manifestaciones autorizadas, que son más que necesarias, pero no únicas y excluyentes de otras formas de protesta pacífica que fortalecen el papel de la ciudadanía en la defensa del medio ambiente y los derechos sociales. Sin duda tenemos grandes retos por delante. Recuperar el espacio democrático y garantizar el derecho a la protesta no violenta como motor de cambio y avance hacia la justicia social y ambiental. Frenar el cambio climático, cambiar el modelo basado en energías fósiles por uno basado en energías renovables, apostar por una agricultura sostenible y por un futuro para los océanos. Proteger los últimos bosques primarios del planeta o lograr un santuario en el Ártico. En nuestro país seguiremos luchando por parar proyectos como las prospecciones de petróleo en Canarias, Baleares o Andalucía. Fomentar las energías renovables, cerrar las nucleares, acabar con símbolos de la destrucción de la costa como el hotel de El Algarrobico. Durante estos últimos 30 años ha habido avances importantes en la protección del medio ambiente, tanto en el ámbito global como local: Se alcanzó la prohibición permanente del vertido de residuos radiactivos y tóxicos en alta mar. La prohibición de los compuestos dañinos del ozono. La firma del Tratado de Prohibición total de Pruebas Nucleares en el mar. La Adopción del Protocolo de Kioto o la Firma del Tratado de Ottawa prohibiendo las minas antipersona o de la legislación europea REACH para sustituir los compuestos químicos más tóxicos. La aprobación del Tratado internacional que prohíbe las bombas de racimo. Europa prohibió también la importación de madera ilegal procedente de los últimos bosques primarios del planeta. El Tribunal Internacional del mar declara ilegal la caza de ballenas en la Antártida. Y aquí en España: La prohibición de las redes de deriva, conocidas como las cortinas de la muerte. El fin de los vertidos en la Bahía de Portman. El cierre de la central nuclear de Zorita. La entrada en vigor de la Ley de Transparencia en el Comercio de Armas. A pesar de las trabas del Gobierno actual, es uno de los tres países (junto con Alemania y Dinamarca) con mayor nivel de aprovechamiento de renovables en todo el mundo. Pero no conviene olvidar que nada o muy poco se hubiera conseguido, en estos treinta años de lucha ambiental, sin la decisión de desobedecer, resistir, ser creativos, rigurosos y aportar soluciones a la hora de denunciar
30 años de protesta pacífica por un planeta verde y en paz
- Publicación de la entrada:04/06/2014
Etiquetas: Ecologia y medio ambiente