30 años sin más derecho que el olvido

Treinta años después del asesinato nunca aclarado de Manuel José García Caparrós, su familia está a punto de que se le reconozca al fin un derecho a algo. "No sé por qué jamás en la vida hemos tenido nada", se lamenta Loli, la menor de las tres hermanas del joven malagueño abatido por una bala durante la manifestación del 4 de diciembre de 1977 para reclamar la autonomía para Andalucía, uno de los episodios más oscuros de la transición.

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PSOE e IU han reaccionado ahora a tiempo para evitar lo que Rosa Burgos ha llamado la segunda muerte de García Caparrós, su exclusión de la Ley para la Memoria Histórica. Burgos, que es secretaria judicial, publicó hace unos meses un libro (La muerte de García Caparrós en la transición política) en el que desveló las deficiencias de una investigación judicial realizada sin ningún interés por aclarar la verdad. "No se aclaró quien mató a Caparrós porque no se quiso", asegura Burgos, cuya investigación ha permitido aclarar por ejemplo que el calibre de la bala era el usado por la policía. En 1978 el equipo 4 de diciembre, dirigido por el periodista Juan de Dios Mellado, planteó en Morir por Andalucía una larga lista de interrogantes.

La Ley de la Memoria Histórica reconoce el derecho a compensar a quienes fueron perseguidos durante la dictadura o en la transición por defender derechos y libertades entre el 1 de enero de 1968 y el 6 de octubre de 1977. Por lo tanto García Caparrós quedaba excluido.

El PSOE, de acuerdo con IU, presentará en el Senado una enmienda a la Ley de Acompañamiento de los Presupuestos Generales del Estado para 2008 de forma que el plazo para la percepción de ayudas económicas se ampliará hasta el 15 de diciembre de 1977, día del asesinato del estudiante canario Javier Fernández Quesada. Las hermanas García Caparrós podrán así tener derecho a la ayuda de 135.000 euros que contempla la ley. Loli García Caparrós lamenta que las ayudas no llegaran cuando eran necesarias, tras la muerte de su hermano, que iba a cumplir 19 años y había empezado a trabajar en Cervezas Victoria para ayudar a una familia que vivía de la modesta pensión del padre. Paqui tuvo que ponerse a trabajar, y Loli dejó los estudios para cuidar a su madre, que cayó gravemente enferma al poco del asesinato. "Nunca vino nadie a ver si necesitábamos algo", lamenta. En dos ocasiones pidió ayuda económica como víctima del terrorismo, que le fueron denegadas.

Recuerda que durante 20 años nadie se acordó de su hermano, y de que no fue hasta 1997 cuando hubo algunos intentos de recuperarlo, que agradece en especial a IU -en 2002 fue nombrado hijo predilecto de Málaga-. Loli, que ahora regenta una cafetería con su hermana en Fuengirola, dice que si por algo quiere la ayuda es por adquirir un nicho propio para su hermano y sus padres, cuyos restos están ahora en un huesario. El Ayuntamiento donó la tumba donde fue enterrado García Caparrós, pero la familia lo sacó porque no le dejaron meter en él a los padres.