El caso es que "nacemos para morir" y, sin duda, que la vida tiene su sentido en cuanto que la muerte espera del modo más inesperado, o no.
Rita Barberá, la exalcaldesa de Valencia durante 24 años, y que lo fue todo en el PP, por cierto ya no era del PP, ya no era ni militante de base, ha muerto de un infarto.
Gente del PP asegura que Rita Barberá ha sufrido "cacería, linchamiento, pena de telediario. . .". pero ¿en qué quedamos?, ¿era del PP o no era del PP?. Entonces, ¿hasta dónde llega la hipócrita vara de medir y de dictar culpas en el expartido, que ya lo era, del PP?.
Y de paso y en otro orden. Tras el lamentable caso de Rita Barberá, muerta por un fulminante infarto, del que ahora quieren otorgar la tilde de linchamiento, había toda una instrucción judicial que, por cierto, había llegado a investigar – imputar a todos sus concejales menos a uno. Y que ella, tras su nombramiento de senadora, aforamiento por medio, también había sido llamada a declarar ante un juez muy legítimo, tras una instrucción judicial, también muy competente.
Y sería bueno recordar que la exalcaldesa Rita Barberá, al perder la alcaldía, no quiso participar en el cambio del mando en la alcaldía de su amada ciudad, como por costumbre se suele hacer.
Y hay quienes lamentan "ciertas faltas de respeto", y uno no sabe muy bien qué decir. Y cada vez que muere una persona muere la humanidad, y siempre es tarde cuando lo lamentamos. Cuando ya es demasiado tarde, cuando una anciana muere asfixiada por un incendio provocado en su vivienda por las velas con las que se iluminaba.
De igual manera que cuando a cientos, a miles,con posibilidad de ser vistos a través de las televisiones, vemos refugiados desatendidos en Europa.
O también cuando, en España, se calcula más de 5 millones de compatriotas en pobreza casi irrecuperable hacia una existencia normalizada.
Tras unas políticas desahogadas que han encumbrado a muchos políticos, tras sus insensibles argumentaciones, tras el rastro de desigualdad, de recortes y precariedades hasta lo insoportable, como si todo estuviera permitido . . . hasta que toca muy cerca y salpica.
Y entonces se toca a rebato, y se olvidan arbitrariedades, injustas y crueles, como para no sentir una pérdida humana. Ahora que Rita Barberá ha muerto. Descanse en paz y mantengan su memoria sus amigos y fieles.
Porque "somos todos polvo y en polvo nos habremos de convertir".
Y nuestra trayectoria personal irá a hacer balance y balanza en el pro y en la contra. Cuando todos llegamos a creernos que nuestra inocencia es inasequible. Tal vez por nuestra formación católica, confiados en ese perdón que se nos concede de nuestra historia intelectual, vital y personal; y uno tampoco no puede borrar su memoria aquello que leyó en el "Burlador del Sevilla", de Tirso de Molina, que contaba la salvación de un calavera, un inmoral, un matasiete, un matón, un hampón y un trilero . . . porque en el último momento de su vida supo arrepentirse. Más vale llegar a tiempo que rondar un año. Y paralelamente, también, en la misma obra, se desarrolla la existencia de un santo varón, un eremita, ascético, honrado y bueno hasta la ejemplaridad máxima, y que, a pesar de todo, termina condenándose por toda la eternidad porque en su último suspiro "duda". Atroz, cruel.
Porque al final parece ser que la trayectoria vital no tiene trascendencia . . . ¿?.
Y porque uno no acaba de entender si ¿era o no era del PP?, la extinta Rita Barberá, como para que sus compañeros, ¿sí o no? del PP se aclaren, si querían o no querían que siguiera perteneciendo o no al PP.
Torre del Mar noviembre – 2.016