No está muy claro que Manuel Fraga Iribarne pronunciara alguna vez una de sus frases más famosas: «La calle es mía». Para algunos es una leyenda urbana, pero de apropiación de la vía pública tenemos un ejemplo muy bueno en El Palo, junto al arroyo Jaboneros, en la explanada que se extiende delante del colegio de La Milagrosa.
Ayer, el autor de estas líneas visitó la zona con la presidenta de la asociación de vecinos del Palo, Mercedes Pírez, quien le mostró el asombroso trabajo de albañilería que un grupo de personas ha dejado para la posteridad en un espacio público, por su cuenta y riesgo.
Lo más llamativo es una pequeña rampa para monopatines, ejecutada con un par de bolsas de cemento en una esquina de la pista multideportiva. Por las bravas se las han ingeniado para colonizar este espacio deportivo, en cuyo centro también han colocado unos palés de madera para pegar los brincos.
Además, los autores de la gesta han completado el equipamiento de la pista con unas piezas de mármol que han arrancado de la parte superior del murete del arroyo Jaboneros.
La instalación se completa con una segunda obra de albañilería, porque el murete que rodea el parterre vecino, una buena extensión de zona verde, ha sido ampliado también con cemento. Un recrecimiento –como dirían los técnicos cursis– que sólo puede provocar molestias a los paseantes.
No contentos con este rediseño del espacio público por su santa voluntad, las bolsas de cemento sobrantes las han tirado al parterre y, como denuncia la asociación de vecinos, el lado más próximo del arroyo Jaboneros está repleto de latas, bolsas de plástico y cristales rotos, pues la educación y la limpieza no están entre las virtudes de una parte del público asistente a las piruetas.
La asociación de vecinos ha propuesto que el Ayuntamiento elimine la zona verde vecina, de poca entidad, y en su lugar instale un pequeño skate park, que contente a los amantes del monopatín y el bricolaje urbano.
Eso sí, la asociación de vecinos ha pedido al Consistorio que elimine cuanto antes la vergonzosa chapuza para que, entre otras cosas, se pueda usar la pista multideportiva aunque los usuarios no sean duchos con el monopatín.
La presencia de bolsas de cemento espurreadas y este trajín de piezas de una plaza pública merecerían la atención de nuestros concejales, pero también la de los profesores, para que insistan a sus alumnos en la necesidad de no confundir el espacio de todos con un chiringuito de nuestra propiedad. Ánimo.