Y si además en ese país crece y se afianza la desigualdad, en nombre de una supuesta recuperación económica que enriquece a los menos y condena a la pobreza extrema a los más, y se admite y se asume como algo natural e inevitable . . . algo muy anómalo y muy pernicioso asola a este país, cuyos letales consecuencias terminará por sufrir, por lamentar antes que tarde.
Hace tanto ya decía Aristóteles: “Si no quieres estar en política, fuera del ágora pública, y prefieres quedarte en tu vida privada, no te quejes si los bandidos te gobiernan”.
Y también me apetece recordar al cabo del año que termina los versos del poeta Miguel Hernández:
“Vientos del pueblo me llevan, vientos del pueblo me arrastran, . . . los bueyes doblan la frente, delante de los castigos . . . “.
“No soy un pueblo pueblo de bueyes, que soy de un pueblo que embargan yacimientos de leones, desfiladeros de águilas y cordilleras de toros con el orgullo en el asta. Nunca medraron los bueyes en los páramos de España”.
Desde la patria que nos concierne, próxima y propia, la tierra que nos reconoce, junto a quienes nos esforzamos a diario, por reconocernos iguales y libres, frente a la amenaza que nos ensombrece el futuro, un futuro digno y honesto.
Fin de año, tras un balance descorazonador, a las puertas de uno a punto de nacer, en la confianza de la fuerza de quienes no acabamos de . . . conformarnos.
Torre del Mar diciembre – 2.016