Y uno debe recordar que Moisés guio a su pueblo a la tierra prometida, aunque el dios del Antiguo Testamento impidió al buen pastor de gentes llegar a besar, siquiera, el polvo de la Tierra del pueblo elegido.
Resulta tal vez que el líder Pablo Iglesias mantenga el carisma del liderazgo y siga siendo el cabeza visible, reactiva de la formación de Podemos. Tan insustituible, con todo el favor de su entrega y euforia en el haber de una emergencia innegable, poderosa y probablemente decisiva.
Y resulta simultáneamente que fondo, el programa, el sentido del discurso y la ideología actualizada y pragmática corresponda más al líder, segundo a la sombra, Íñigo Errejón. Tan complementarios, Iñigo y Pablo, Pablo e Iñigo, tan inimitables, tan insustituibles y responsables en el nacimiento y consolidación de la fuerza emergente, asentada, de Podemos, de cuando llegamos a soñar que el cielo estaba a . . . un solo asalto.
Pero Podemos es un ser vivo, y lo conforma “la gente”, con sus sueños reconducidos, sus rabias embridadas, sus retos puestos al servicio de la gente . . . más humilde, más desfavorecida, transversal y franca hasta la inocencia de quienes soñamos que un día “Tuvimos un sueño” . . .
Y no nos resignamos a regresar al redil de los corderos mansos y callados, a pesar de todas las contradicciones, los errores, y las derrotas anunciadas, . . . mientras las fuerzas del bipartidismo disfrazan “su gran coalición” en el juego de la política de siempre, como ahora mismo que desean voolver a “repartirse” los cuatro juristas del Tribunal Constitucional cuyas vacantes han de llenarse, “pasando” una vez más de Podemos, ninguneado y amaestrado Ciudadanos.
Porque necesitan volver a instalar lo predecible en la política “de siempre”, la de la “apolítica” que tan buenos réditos les proporciona. Mientras Podemos rebulle en efervescencia, y uno recuerda a Moisés y reflexiona, porque, al cabo, lo importante era y es “la gente”, ¿o no?, y ya agota tanto bucle argumental y teórico entre iguales y fuerzas que hablan, se expresan, discrepan y esperan no temer . . . ¡las represalias!. Porque sino habría que comenzar de nuevo.
Porque ya somos muchos los que no deseamos volver a lo de siempre, ante el futuro negro que nos auguran los profesionales de la política de . . .costumbre.
Y tal vez sea el momento de volver a dar un paso adelante con la ilusión de la primera intentona, porque la señal de salida, recordémoslo, era aquello del “¡Indignaos”! De Stephane Hessel . . .el partisano impenitente.
Torre del Mar diciembre – 2.016