Salvo que haya por ahí responsabilidades del chasco o por no detectadas o no haber querido ser detectadas.
Sin que se entienda muy bien, en todo caso, la razón de abaratar el mínimo del nivel exigido, empezando por el mínimo esfuerzo debido y contrastado en los jóvenes que ahora mismo podrán darse por satisfechos incluso con dos suspensos en su haber.
Y por si resulta poco un añadido más, ¿un parche más?, como lo que tiene pensado la Consejería de Educación de Madrid, "trasladando los exámenes de septiembre a junio", ¿?, en un bucle hacia atrás, dejando justo que termine el curso para volver a examinar a los suspendidos para ver ¿si recuperan?, sin dar el tiempo razonable para que esa recuperación pueda ser viable.
Saltándose a la torera los dos meses largos de verano en los que se suponía que los niños que no habían podido superar las asignaturas suspendidas en junio tuviesen tiempo para estudiar, hacer ejercicios, intentar entender y comprender lo que no se había podido superar, a solas en casa, en clases particulares, en academias especializadas . . . por intentar de ver si en septiembre se superaba lo que se había dejado … pendiente.
Porque la seriedad acompañaba el balance de cada curso, y las calificaciones de junio tenían un precio que habría de purgar, siquiera con aquello de "te vas a quedar sin vacaciones", y de paso "también la familia".
Porque se daba la importancia debida o no, vaya uno a saber, a la diferencia de haber aprobado o suspendido, sin tener la posibilidad de enmendarlo en apenas semana o semana y media.
Y uno, y nuestros jóvenes, y las familias de nuestros muchachos . . .¿terminarán tomándose en serio . . .eso de la educación?.
El otro día, en la frutería de mi barrio vi a la mujer del frutero, que había bajado a pasar un rato junto a su marido, enfrascada en su pantallita del móvil. Por lo visto estaba conectada con la Guardería donde su retoño pasaba su iniciación a la escolarización o así. Y a la madre se la veía embobada en las circunvalaciones que podría hacer su pequeñín . . . por si podría seguir ¿enorgulleciéndose o alarmándose?.
Y uno ya no sabe si es capaz de comprender tales "novedades" sobre la supervisión de nuestros pequeños, pudiendo ser puestos en "on", en cualquier momento, ¿para que los papás puedan saber en tiempo real qué coño hace su ricura?. . . frente ¿a tantas facilidades como las que le van a acompañar en su vida académica?.
Y entonces uno va y se siente fuera del tiempo . . . actual, como poco.
Torre del Mar junio – 2.017