Siglos y aulas Centros que ya son centenarios

Sobre todo, si se trata de un colegio, testigo de la evolución de las generaciones y de sus primeros desvelos. En Málaga, si las paredes hablasen, habría que buscarlas en recintos como el Estanislao de Kostka o el Gaona, centros en los que han estudiado malagueños ilustres y anónimos, y así durante varios siglos.
Nada más que en la capital, se mantienen en activo casi una decena de instituciones que rebasan el centenario. La más antigua se emplaza en un edificio majestuoso de la Plaza de la Constitución, donde hace justamente cuatro siglos fue fundado un convento jesuita con aspiraciones educativas. El Prácticas número 1, al que el nombre no le hace justicia, tiene el privilegio de haber instruido a Picasso y a Cánovas del Castillo, aunque, a tenor de su historia, el privilegio es mutuo. Su directora actual, Mercedes Tous, explica que el edificio no ha dejado de impartir clase desde el siglo XVII y que hace apenas unos años cedió una parte para la constitución del Ateneo de Málaga.
Desde su desamortización, el colegio ha dado cobijo a numerosos proyectos pedagógicos. Escuela náutica, instituto de bellas artes o centro de magisterio fueron algunos de sus cometidos, que han dado paso a la enseñanza de infantil. De esta última se ocupa el equipo de Tous, que se siente absolutamente arrobado por el edificio. "Aquí la historia no se enseña, se vive", indica.
Otro edificio al que los siglos le pillan en clase es el Vicente Espinel, conocido popularmente como Gaona, que durante varias décadas fue el único instituto de la capital. En materia de nombres insignes, su director, Antonio Alcalá, deja sobre el tapete a todo un Premio Nobel como Severo Ochoa, al poeta Emilio Prados, y, por supuesto a Picasso. En la actualidad, el centro, fundado hace 250 años, mira con pavor el futuro, que proyecta el traslado a otro edificio. Un cambio al que la comunidad educativa se opone, entre otras cosas, porque sus paredes han resistido todo tipo de avatares. "Está claro que no sería lo mismo", comenta Alcalá.
Para completar la triada de colegios públicos con más de cien años de historia, se requiere desplazar el puntal hasta la barriada de El Palo, concretamente al instituto Ramón María del Valle Inclán. Allí, su director, David Castillo, puntualizará que el centro no es centenario, pero sí su sección de infantil, ubicada en el camino viejo de la estación. Una de sus profesoras, Aurelia León, aclara que el edificio conserva su estructura primigenia, además del comedor que sirvió para alimentar a pescadores y agricultores de la zona.
El relato de León se completa con los recuerdos de María José Haro, que habla de un edificio con morfología de patio andaluz y de alumnas que lucían uniformes grises. En esa misma planta, ocupada en la actualidad por alumnos de infantil, las estudiantes de principios de siglo jugaban a la cuerda y acumulaban piedras marinas para elaborar ofrendas religiosas. Ahora el edificio forma parte de una institución que cuenta con 380 alumnos y un centro de educación para adultos. "Aunque aún conservamos la vajilla", precisa León.
No obstante, cualquier alusión a centros centenarios está obligada a caracolear entre las órdenes religiosas, pioneras en la extensión de la educación en la capital. Para constatarlo, basta con atender a comunidades como los jesuitas, que a finales del siglo XIX se hicieron cargo del legendario Estanislao de Kostka, también afincado en El Palo. El centro, creado en 1881, debe su origen a las gestiones del Marqués de Iznate, que cedió los terrenos y enroló en su causa a apellidos como los Heredia Livermore o los propios Larios, en un principio renuentes con el proyecto. Por sus aulas, allá por 1890, apareció un alumno brillante, José Ortega y Gasset, que daría lustre al colegio, al igual que Emilio Prados y Manuel Altolaguirre.
Otro centro ligado a apellidos de renombre es el colegio salesiano de San Bartolomé, que fue fundado en 1871 bajo el auspicio del beneficiado de la catedral, Eduardo Domínguez Ávila. Su director titular, Pedro Ruz, apunta hacia la clase obrera al ser interpelado por los alumnos más brillantes. "Nuestra aportación se ve en el tejido productivo, en los grandes profesionales de los barrios", precisa.
Entre los centenarios con tradición en la formación profesional, también resalta el San José, radicado en Carranque y promovido por los jesuitas. Su historia está indefectiblemente unida a uno de sus máximos baluartes, el padre Mondéjar, que consiguió catapultar la popularidad del colegio. Su director, José Cruces, recuerda que el centro, al igual que el anterior, nació con la vocación de auxiliar a las clases más desfavorecidas.
Y de las órdenes masculinas a las femeninas, representadas por tres centros centenarios: el colegio de las Adoratrices, que también se dedican a asistir a mujeres que desean abandonar la prostitución, las esclavas, que fundaron una residencia universitaria e impartieron clases de secretariado, y el centro de La Asunción, fundado en 1865 gracias a la colaboración de un sacerdote vinculado a los marqueses de Loring. A todos ellos, felicidades por su excelente salud.

LA OPINION DE MALAGA