Las estadísticas confirman el acelerado envejecimiento de la población, donde las canas empiezan a ganarle terreno al acné juvenil. En esta línea, los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) revelan que en la última década el volumen de mayores de 85 años casi ha llegado a duplicarse. De esta forma, actualmente son 20.126 los malagueños que integran este grupo de la tercera edad, frente a los 12.705 que había hace diez años.
Porcentualmente, esta última cifra representa al 1,32% de la población de la provincia, que supera en estos momentos el millón y medio de habitantes. El dato es significativo si se retrocede una década, cuando su peso relativo apenas llegaba al 1%. En 1991, sólo el 0,78% de los ciudadanos podían presumir de rebasar esa barrera octogenaria.
La radiografía que aportan las tablas estadísticas evidencia pues que la ciudad comienza a caminar a ritmo de bastón. Así, mientras los mayores ganan terreno, los jóvenes no dejan de perder protagonismo demográfico. Basta un repaso al baile de números del INE. A mitad de los 90, Málaga contabilizaba un total de 342.706 menores de 19 años. En 2006, sin embargo, este registro había disminuido hasta quedarse en algo más de 325.000. El cruce de cifras arroja un descenso del 5%, más acusado si cabe si la comparativa se centra en la horquilla que va de los 15 a los 19 años, donde la bajada experimentada en la última década alcanza el 17%.
Caída de la natalidad
Los factores que explican este escenario son diversos. Por un lado, el informe muestra que entre 1996 y 2006 el contrapeso ejercido por los recién nacidos, lejos de aumentar, ha seguido una evolución negativa. En este periodo, el peso del grupo de ciudadanos de 0 a 4 años sobre el total de población ha pasado del 5,5% al 5,3%. La propia estadística del INE indica que si el 1975, la edad de maternidad en Málaga era de 28,9 y la tasa de fecundidad de tres hijos, en 2006 esta media ascendía a 30,42 años y a un niño por fémina.
Carmen Ocaña, catedrática de Geografía Humana y directora de dicho departamento de la Universidad de Málaga, recuerda que en ciertos municipios del interior de la provincia los procesos de envejecimiento están ligados a la despoblación, «a la emigración de los jóvenes en fases anteriores mantenidas en el tiempo», precisa. Además, Ocaña advierte de que en estos puntos el fenómeno de la «inmigración rural de retorno» también puede contribuir a subir la edad de sus habitantes a corto plazo. «En el futuro la marcha de jubilados a espacios rurales, puede aumentar el peso de los mayores, pero también acarreará una incidencia positiva, ya que los pensionistas generan nichos de empleo que permiten retener a los jóvenes», indica.
Proyecciones futuras
Hablando del futuro, las proyecciones de población realizadas por el Instituto Nacional de Estadística permiten conocer a grandes trazos el panorama demográfico que se dibuja en la provincia. Según estos cálculos, en 2016 Málaga tendrá 35.914 mayores de 85 años. Esto significa que si se cumplen las previsiones, dentro de una década la provincia tendría un 78% más de ciudadanos octogenarios. Por contra, los menores de 14 años sólo reforzarán su presencia en un 7,2%.
Este desequilibrio se configura como un gran reto que obligará a las administraciones a adaptar su oferta de recursos destinados a la atención de la tercera edad para satisfacer las nuevas necesidades de la población. Según datos de la Asociación de Residencias para la Tercera Edad de Málaga la provincia cuenta hoy con 110 residencias con 4.650 plazas geriátricas -de las que 1.372 están subvencionadas. Las lista de espera para acceder a estos centros públicos ronda el millar de personas. Esta carencia se verá paliada a lo largo de 2007 con la apertura de diez nuevas residencias que crearán 1.556 nuevas plazas.
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DIARIO SUR