‘Pescaíto en blanco y negro’, la reivindicación de un barrio: El Palo |
CARTA AL DIRECTOR. Por Inmaculada García Haro, de la Asociación ALAS 06/09/07. Opinión. Inmaculada García, vocal de la Asociación Mujeres por la Literatura y las Artes de Málaga (ALAS) denuncia en esta Carta al Director de EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com el “abandono y ostracismo” al que se ha sometido a uno de los barrios más señeros de la capital malagueña, El Palo. La autora expresa su deseo para que la regeneración de esta zona “degradada” sea posible con la realización efectiva de “todo lo proyectado y prometido”. UNAS tertulianas con las que tuve el gusto de compartir mesa recientemente ponían en boca de Gustavo Bueno una aseveración que venía a expresar, más o menos, que el excesivo apego a las tradiciones podría trasladarnos al orangután. Lo primero que me vino a la cabeza al escucharlo es que eso, desde luego, no le iba a pasar a Málaga, más proclive a olvidarse de su pasado que a defenderlo y conservarlo. En nuestro caso, y huyendo de chovinismos, habría que acudir a otra cita, en este caso de Jorge Santayana, que dice literalmente: “el pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla”. En el término medio está la virtud, cosa, al parecer, difícil de encontrar en el desarrollo urbanístico de esta ciudad. MÁLAGA está plagada de ejemplos iconoclastas en su pasado reciente en un malentendido y desmedido afán cosmopolita que ha dejado atrás cualquier vestigio de aquello que Don Miguel de Unamuno dio en llamar “intrahistoria”: no queda prácticamente en Málaga un barrio que conserve la memoria de sus orígenes, a excepción de un sitio marinero que ha sobrevivido en parte a ser destruido y devorado por la especulación, aunque para ello haya tenido que pagar el alto precio del total abandono y ostracismo urbanístico y administrativo por parte de la gestión municipal. Ése no es otro que El Palo, centro administrativo de Málaga-Este (zona residencial de Málaga por excelencia) y que encierra en sí mismo un variopinto mosaico sociocultural. SIN embargo parece ser que el Ayuntamiento en la actualidad quiere corregir esa situación dado el descalabro de los anteriores proyectos urbanísticos. Así pues, tras la propuesta realizada en el Avance del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de 2005 en la que como solución a los problemas del barrio (falta de zonas verdes, parques, plazas, infraestructuras, zonas deportivas, etc) se proponía una solución draconiana: tirar el barrio mediante expropiaciones masivas de calles enteras de vivienda unifamiliares de legítima propiedad para ponerlo en manos de promotores inmobiliarios, la redacción definitiva del PGOU, tras la lógica movilización de los afectados, ha optado por una serie de soluciones que si bien dejan en el aire algunos de los problemas del mismo, cierto es que si se llevan acabo el barrio podrá obtener la identidad, integración y homogeneidad que se merece. Y es que lo que está claro es que el centro del único barrio que queda con sabor malagueño, cuna, junto a otros barrios y áreas de Málaga, de nuestra seña de identidad culinaria -el pescaíto frito de la bahía- y centro neurálgico de Málaga-Este se encuentra en unas condiciones urbanísticas deplorables. Choca enormemente al visitante foráneo que ha escuchado hablar de nuestro barrio como zona veraniega, turística, plagada de merenderos dondesecomeelmejorpescaítofritodelmundoenlacapitaldelsurdeEuropa el hecho de que al entrar al mismo se dé de bruces con derribos y zonas urbanísticamente degradadas. A ver si es verdad que se realizan todo lo proyectado y prometido (realización de la plaza en el Pasaje de Mora -que debería llamarse la “treinta años prometida”-, el PERI de la zona de las cuatro esquinas, las instalaciones que logren que deje de ser el único barrio de Málaga sin zonas deportivas ni piscinas municipales, arreglo del paseo marítimo…) y, sobretodo, que no muera con la vigencia del PGOU proyectado. Y a modo de posdata me atrevo a sugerir que no estaría de más situar en ese futuro paseo marítimo un ‘Museo de la Pesca de Bajura’ para que el turista vea, aunque sea en fotografía, un plato de chanquetes en blanco y negro. Inmaculada García Haro
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