La caída en picado de la producción y un recorte en el precio de la remolacha del 40% dejan pocas alternativas a un cultivo del que hasta ahora viven 7.000 andaluces, 3.000 de ellos agricultores.
La remolacha, tras cuarenta años de historia en la zona sur, ya no es rentable y la industria reacciona. Ebro Puleva ha presentado un plan de reestructuración que incluye el cierre "inmediato" de la azucarera de Guadalcacín, en Jerez, y el desmantelamiento antes de 2010 de la planta de la Rinconada, en Sevilla.
"Se hace insoportable producir. Todos los agricultores que habían invertido en máquinas tienen que cerrar porque no hay quien siembre a estos precios que marca Europa. Nosotros somos víctimas, la industria también", lamenta Salvador Pineda, de COAG.
"El futuro es tremendamente complicado porque desaparece otra alternativa de cultivo en el campo. Es un desastre para los agricultores, que tendremos que empezar con otros productos", protesta José Manuel Díez, presidente del grupo remolachero en Cádiz, la más afectada por la clausura industrial.
En el seno del comité de empresa de las fábricas hay una calma tensa. Han desempolvado el acuerdo que ya firmaron con Ebro hace un año y un porcentaje importante respira con relativa tranquilidad.
En la planta jerezana hay 92 trabajadores fijos. La empresa se compromete a prejubilar a los mayores de 55 años con el 90% del salario neto. Los demás serán trasladados a la azucarera gaditana de Jédula, que se dedicará al biodiésel, o a una planta de almacenamiento de aceite de colza en Puerto Real.
Ebro también garantiza los puestos de los empleados fijos de la Rinconada. Unas 30 personas irán a una alcoholera sevillana, el resto, hasta 111, deberá ser igualmente recolocado.
Para los fijos discontinuos, 120 sólo en Jerez, no hay alternativa. Los sindicatos ya firmaron hace un año indemnizaciones de 42 días por año trabajado. Para los eventuales, 70 en la provincia de Cádiz, no hay acuerdo.
"Un cierre es un cierre. Lo mejor ha sido que teníamos un acuerdo firmado. Al menos la empresa no se ha lavado las manos y se ha ido", señala Armando Gaspar, del comité de empresa de la azucarera jerezana.
"La pena que me queda a mí es que las administraciones no han hecho suficiente para salvar este cultivo. Está claro que si no hay materia prima, no hay industria. ¿Qué se ha hecho para evitar lo que finalmente ha ocurrido?", se pregunta Julián Villanova, del sindicato UGT en la planta guadalqueña.
A los trabajadores y agricultores damnificados, se le suma la caída de un tejido industrial al completo: transportistas, proveedores de fitosanitarios, empresas suministradoras de material de riego o de maquinaria.
Además de la mencionada planta biodiésel, Ebro Puleva prevé invertir 40 millones de euros en una refinería de azúcar moreno de caña.