La ministra de Málaga

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 Por supuesto un ministro es ante todo ministro del Reino de España, con el compromiso de cumplir y hacer cumplir los preceptos constitucionales y servir los intereses de la ciudadanía, pero Magdalena Álvarez además ha demostrado durante la última legislatura su compromiso con Málaga para corregir una aplicación presupuestaria históricamente deficitaria e impulsar la provincia hasta el tercer lugar en el ranking de inversiones. Se trata de un hito fuera de toda duda que concluirá con la ampliación del aeropuerto y la construcción de la segunda pista, la hiperronda, el tren de alta velocidad, el soterramiento de San Pedro de Alcántara o la recuperación del Campamento Benítez, todo ello en curso simultáneamente, y además ella representa la mejor garantía para el gran proyecto de futuro en la agenda de Málaga: el tren litoral de doble vía que prolongará la línea AVE a lo largo de la Costa del Sol occidental, destino preferente de los viajeros procedentes de Madrid, con un trazado de doble vía que debe contar con el apoyo de la administración autonómica como hasta ahora.

A pesar de la campaña a veces insidiosa con la que la oposición trató de desautorizarla en vísperas del 9M, su balance resulta sobresaliente. Más allá de Andalucía, pocos apostaban por su continuidad en Fomento debido a la campaña del nacionalismo catalán, apoyada interesadamente por el PP, para reprobarla ante lo que consideraban un trato de favor hacia el sur en detrimento de Cataluña; pero el presidente del Gobierno no ha cedido a esa maniobra. Esto supone una demostración de personalidad desde Moncloa transmitiendo el mensaje inequívoco de que no se van a permitir injerencias territoriales en la formación del Gobierno cuya responsabilidad compete sólo al presidente; pero además da la medida de la fuerza del socialismo andaluz, ya que Manuel Chaves asumió como un asunto personal que Magdalena Álvarez no fuese defenestrada del cargo como así ha sido finalmente. La capacidad ejecutiva de ésta, su fuerte determinación -sin duda Zapatero también premia el modo en que cargó con la crisis de Cataluña sin esconderse como tantos otros de sus colegas- y sus estadísticas la han avalado para continuar en el nuevo Gobierno. En un ciclo en que la obra pública debe compensar el retroceso considerable del sector de la construcción privada ante una dura crisis inmobiliaria, muchas miradas van a estar puestas en la agenda de ese ministerio y Zapatero ha antepuesto sus valores a cualquier otra consideración. Para Málaga es, por añadidura, una excelente noticia.

EDITORIAL