El mal olor, una plaga que acecha en varias esquinas de la ciudad

MIGUEL FERRARY Insoportable en muchos casos. En otras obliga a escapar con la mayor velocidad que nos ofrecen nuestros pies. O se convierte en una barrera infranqueable que tenemos que rodear. El mal olor nos acecha en muchos puntos de la ciudad y parece que no se puede remediar.
Un amigo que vive en El Palo, junto a la estación de bombeo de Emasa, estudió la posibilidad de colgarse un pino al cuello. Como esos que venden para los coches. Estaba desesperado por las tufaradas que se desprenden de forma habitual desde la depuradora. Pensaba que se podría acostumbrar, pero estaba equivocado. Su consumo de ´ambipur´ empieza a ser obsesivo y los resultados, escasos.
No es el único sitio donde el mal olor destroza la vida social de los malagueños. La estructura de hormigón que hay en la calle Cister, formando un pasillo, se ha convertido en meadero habitual los fines de semana. El golpe del tufo es durísimo con sólo acercase por allí antes de que le den un manguerazo con agua y jabón.
La calle San Juan de Letrán fue en su día rebautizada, en todos los sentidos, como ´de Letrina´. Con el tiempo es un ejemplo de una vía recuperada y llena de vida. Sin embargo, hay otras que han ocupado su lugar. Beatas, Lazcano, Mosquera, pasaje Mitjana y Juan de Padilla son algunas de las más perjudicadas. Curiosamente coinciden con las que peor valoración tienen en el mapa de ruido. Precisamente por esto, habría que empezar a pensar si no sería necesario un mapa del tufo. Y la instalación de ambientadores gigantes.
Castigado
Ω Más de uno ha estado castigado de cara a la pared cuando era infante y revoltoso en el colegio. Un castigo que, sobre todo, planteaba un profundo aburrimiento a la víctima que le ayudaba a maquinar alguna travesura nueva. Pues parece que ese castigo es el que está sufriendo un cartel en la plaza de Uncibay, que ha sido puesto de cara al monolito, ocultando la información turística y patrimonial que contiene.
Pero vamos por partes, como dice mi carnicero. El Ayuntamiento de Málaga instaló hace unos meses un cartel en la plaza de Uncibay donde explicaba la historia de este espacio y del ya desaparecido ´Málaga Cinema´. Llegó la Feria y con ella los urinarios portátiles, gran invento incomprendido por muchos meones incontinentes que buscan esquinas escondidas.
Así que los urinarios desplazaron al cartel, que se quedó escondido al lado del monolito. Terminó la Feria y ahí sigue. Mostrando la espalda y ocultando la información de cualquier mirada. Y mira que es fácil resolver el problema. Sólo hay que girarlo.
Aguas cambiantes
Ω La fuente de la plaza de Uncibay, esa que durante años ha estado seca, vuelve a tener agua. El martes fue negra y ayer con una pinta mucho más limpia. El problema es que algunos piensan que es como un gran cenicero o papelera gigante y termina pareciéndose a un mal día de playa.Opinión de Málaga.