No estamos solos en la defensa del convento de San Andrés»

A las ocho de la tarde del día 10 de diciembre de 1831, los cuarenta y nueve liberales del grupo del general Torrijos, encerrados en el Refectorio del convento carmelita de San Andrés, sabían ya que serían ejecutados a la mañana siguiente por su amor a las libertades y su lucha por el retorno de un régimen constitucional, pero sobre todo por su determinante oposición al poder despótico y absolutista del monarca Fernando VII. Dicen que el ilustre Francisco Fernández Golfín, hijo del cuarto marqués de la Encomienda, coronel de Infantería, ministro de Guerra en 1823 (en el ocaso del Trienio Liberal), y uno de los padres de la Constitución de 1812; al ver como sus compañeros lloraban amargamente junto a él, se levantó diciendo: "¡Amigos míos!,¡En el lugar donde se levanta ahora este convento, habrá un monumento para eternizar la memoria de estos próximos a morir, y estas tierras llegarán a ser patrimonio de nuestra posteridad!".

CUANDO Golfín dijo aquello, las sombras de la noche de aquel frío sábado del mes de Pepe Cano 2008.09.08.JPGdiciembre ya habían caído sobre Málaga. El hombre que tantas propuestas de reformas logró plasmar en la redacción de la Constitución de 1812, en el viejo teatro de San Fernando, tenía el día que fue sentenciado a muerte, sesenta y cuatro años, estaba casi ciego y, debido al estado de extenuación de su cuerpo, apenas podía caminar. Pero la solidaridad que sentía por sus compañeros y la propia dignidad con la que siempre se condujo, le hicieron levantarse y proclamar, bajo la gran bóveda de cañón del Refectorio, el que fue su último anhelo: que Málaga erigiera en aquel lugar un monumento para eternizar la memoria de los ya condenados.

PERO la olvidadiza ciudad y sus respectivos gobiernos municipales, de todos los colores y signos a lo largo de 170 años, no movieron ni un solo dedo por plasmar esa memoria histórica en el Refectorio del antiguo convento de San Andrés, un lugar emblemático, como pocos, de nuestra capital para recordar la defensa de las libertades y garantías constitucionales en nuestro país.

DESDE su periodo constituyente en 2002, la Asociación Histórico Cultural Torrijos 1831 asumió en sus estatutos y actividades la recuperación de los lugares vinculados con Torrijos y sus compañeros en la provincia de Málaga. A partir de ahí, comenzó a tratar con la propiedad, la Delegación de Cultura de la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Málaga,  la restauración completa del Refectorio para que, a continuación, se instalara en su interior un Centro de Interpretación Histórico en memoria de Torrijos y sus compañeros, sobre los sucesos allí ocurridos en diciembre de 1831.

LAS medidas cautelares solicitadas sobre el edificio y en particular la actuación en su deteriorada bóveda de cañón no se llevaron a cabo. Inscrito en 2001 en el Catálogo de Patrimonio Histórico de Andalucía, su falta de señalización y vigilancia por parte de la Delegación de Cultura de la Junta en Málaga, así como la destrucción ejecutada por las máquinas de demolición por la que entonces era la constructora propietaria, que echaron abajo e hicieron desaparecer hasta los escombros del antiguo comedor de los carmelitas; permitieron que en nuestra capital, de la noche a la mañana, desapareciera con impunidad la mitad de un edificio del siglo XVI, legalmente protegido, sin que, hasta el día de hoy, nada se haya reparado sobre ese gran daño, es decir, que la constructora que echó abajo la mitad del Refectorio, lo reconstruya exactamente como fue, porque ni esa constructora ni nadie tiene el derecho de esquilmarnos a los malagueños un solo metro cuadrado de nuestro patrimonio protegido.

Pepe Cano 2004.11.05.jpgOBLIGAR a reparar legalmente el daño hecho hoy es responsabilidad de la Delegación de Cultura de la Junta de Andalucía en Málaga y de la Concejalía de Urbanismo del Ayuntamiento de Málaga (esta última es la actual propietaria de los inmuebles del viejo convento, que en la cesión recibió ya mutilado el Refectorio), organismos a los que la Asociación Torrijos 1831 se ha dirigido reiteradamente por escrito para que la antigua constructora propietaria repare con sus medios la reconstrucción y restauración completa.

SIN embargo dos actitudes llenan de preocupación a los componentes del colectivo: la primera proviene de la falta de concreción de la Delegación de Cultura de la Junta en Málaga, para conseguir el objetivo prioritario de que la constructora que lo echó abajo restaure al completo el comedor del antiguo convento carmelitano. La segunda deriva desde que el antiguo concejal de Urbanismo de Málaga remitió a los componentes de nuestra junta Directiva a tratar el asunto con el jefe de departamento Luis Felipe González-Cebrián Tello. La conversación se torció desde un primer momento: "No pretenderán ustedes que se reconstruya lo ya derribado del Refectorio", nos dijo este señor, a lo que contestamos que sí, que precisamente esa era nuestra pretensión, reparar al completo el daño realizado a un edificio histórico del siglo XVI, "protegido". Costó creer que un cargo de nuestro Ayuntamiento tuviera claro que el mal quedara sin reparar, y que para cualquier tipo de restauración se partiría ya sin contar con la mitad del Refectorio, haciendo bueno el destrozo hecho y perdiéndose por el oeste decenas de metros cuadrados, de futuro impredecible para nosotros, y que en tiempos próximos se verá para qué son destinados. En caso de que ese solar esquilmado pasara a tener un valor que no fuera el estricto como patrimonio histórico, entenderíamos que los destrozos realizados por la antigua constructora propietaria han sido muy bien aprovechados por la que lo es actualmente, intereses que, precisamente, irían en contra de la protección de nuestro patrimonio.

PERO
la entrevista con el señor González-Cebrián Tello nos deparó varias sorpresas más: la primera, que lo que quedaba de la mitad del refectorio sería una estancia compartida por tabiques para posible uso de una biblioteca pública, algo incomprensible para nosotros, pues una biblioteca pública se puede ubicar incluso en un edificio moderno, pero es muy difícil de encontrar un sitio tan emblemático en todo El Perchel para colocar un Centro de  Interpretación en recuerdo a Torrijos. La elección para cualquier autoridad con los pies en el suelo y con capacidad de decisión debería ser clara y rotunda en este aspecto. Por otro lado, el compartimentar con tabiques lo que queda del Refectorio será esquilmar de
su constitución histórica el interior del refectorio, privando a los malagueños de que puedan ver su aspecto de 1831, cuando en su día se abra este espacio al público. La segunda fue cuando, tras insistirle que cualquier restauración debía de ajustarse a la arquitectura histórica del edificio, para la cual podíamos aportar numerosas fotografías del interior y del exterior del Refectorio, desdeñó la citada información, diciendo que la restauración se realizaría con arreglo al proyecto que se adjudicara una constructora, que no tenía por qué ajustarse, para nada, al aspecto histórico del Refectorio. Cuando le dijimos que con ello se rompería la relación del espacio del antiguo edificio con Torrijos, nos dijo que esa relación podía continuar con una simple lápida en la entrada, o bien colocando una pirámide de cristal encima de la entrada con una estatua de Torrijos dentro. ¡Increíble pero cierto! Desconocemos si esa insensibilidad manifiesta del señor González-Cebrián para una parte muy importante de la historia de nuestra ciudad, cuyos protagonistas figuran además en uno de los cuadros más importantes del Museo del Prado, le viene por ser natural de la punta noroeste de España, o por no apreciar lo suficiente el valor nuestros edificios históricos. Además, lo más extraño de todo esto es que en la anterior reunión que habíamos tenido con el propio alcalde, éste se había mostrado, ante los miembros de nuestra Junta Directiva, partidario de realizar la restauración en los términos históricos que solicitamos, así como ubicar el Centro de Interpretación Histórico sobre Torrijos. Por tanto, y por no caer en otro tipo de conclusiones, pensamos que desde Alcaldía hasta el jefe de Departamento, González-Cebrián, no existe conexión, desconociendo las repercusiones que esto puede tener en un futuro.

PERO
no estamos solos para defender el legado que nos dejó el ilustre Fernández Golfín. Así, además del parecer de muchos percheleros, el periodista Alfonso Vázquez desde La Opinión de Málaga recuerda periódicamente en su medio la difícil situación del convento del Carmen. También lo hacen Málaga Hoy y EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com. Y cómo no, un recuerdo para aquella asociación desaparecida de Los Percheles, que firme
ante las máquinas de demolición evitó el derribo del convento en 1999.

Asociación Histórico Cultural Torrijos 1831