La mayoría de padres sólo acude al colegio cuando sus hijos tienen problemas

Paula es una niña de 7 años que tiene unos padres muy ocupados. Ambos trabajan y tienen que hacer literalmente malabarismos para llevarla por las mañanas y recogerla por la tarde o intentar que algún familiar lo haga si se retrasan en sus tareas en la oficina. Su madre ha podido, al menos, reducir parte de su jornada y acaba, aunque no siempre, a las cinco de la tarde.
El horario de Paula podría resultar abrumador si no se tiene en cuenta que estas horas las pasa en el colegio. Su horario va desde las 7.30 horas del aula matinal de su colegio hasta las seis de la tarde, en la que ha acabado con su actividad extraescolar. En total, diez horas y media al día. «Si no fuese porque tenemos aula matinal de desayuno y actividades extraescolares, no sé qué harían muchos padres para compaginar sus trabajos con sus familias», resume la directora de este colegio al que asiste Paula.
Un pequeño sondeo realizado por SUR a más de una decena de colegios e institutos de la provincia pone de manifiesto que cerca de un 60% de los padres apenas se involucra en la vida escolar de sus hijos, y en la mayoría de los casos los directores de estos centros lo achacan a que los dos progenitores suelen trabajar y les resulta muy difícil poder asistir al colegio durante sus horas de trabajo. «Nosotros entendemos que tienen mucho trabajo, pero a veces podían hacer un hueco e interesarse más por lo que hacen sus hijos. Al fin y al cabo, la educación no sólo nos compete a nosotros», manifiesta uno de ellos. El presidente de la Asociación de Directores de Centros de Educación Infantil, Primaria y Residencias Escolares, José Luis García Guillén, manifiesta que, cuando pregunta a sus compañeros, sí que es cierto que nota que sólo un 30% de los padres aproximadamente son activos en la vida escolar de sus hijos, aunque en el caso de su colegio, el Virgen de Belén, él lo elevaría a un 40%. Todo se debe al sistema que han puesto en marcha por el que los padres van todos los meses a tener una tutoría con los profesores de sus hijos. «Hay 25 niños en una clase, pues dividimos las entrevistas con sus padres en los lunes por la tarde del mes y así nos da tiempo a verlos a todos», puntualiza García Guillén, quien indica que la enseñanza es un triángulo entre profesores, padres y alumnos. Por eso le da mucha importancia a la participación de los padres y les hace ver que su asistencia a estos encuentros es fundamental. «Cuando hablas con ellos y les explicas que lo mejor es estar en contacto permanente para ver cómo progresan sus hijos, la mayoría se deja aconsejar y colaboran», indica este experimentado director.
Por su parte, para los padres, en este caso la representante de la Federación de Padres Fedapa Pilar Triguero, el problema estriba en que en la sociedad actual los progenitores tienen poco tiempo para ocuparse de sus hijos porque el trabajo les absorbe buena parte del día, y añade que también se da el caso de que en ocasiones no son invitados a participar en la vida del colegio, opinión esta última que comparte el representante de la Confederación Católica de Padres de Alumnos (Concapa), Eduardo Caro.
Pero el caso del colegio Virgen de Belén no es la tónica general de los centros consultados. Responsables de varios colegios y de institutos indicaron al periódico que el problema es aún mayor cuando llaman a los padres para advertirles de que su hijo tiene algún problema y ellos directamente no asisten a la reunión. «Hay un 10% de niños »aparcados» en el colegio, por los que prácticamente no podemos hacer casi nada porque no sabemos si le dan a sus padres las notas o los exámenes. Traen firmas o justificantes que creemos son falsos y cuando vamos a acceder a llamar a los padres, o no nos han facilitado sus teléfonos, no contestan a nuestras llamadas o no vienen a las citas», subraya la directora de un centro escolar de la capital.
Hay casos más flagrantes como niños que esperan hasta media hora a que sus padres les recojan en el patio del colegio. En muchos casos, «ha habido padres que se habían olvidado de recoger a sus hijos porque se habían puesto de acuerdo con su mujer y se les había pasado», puntualiza uno de ellos.
Pero, sin duda alguna, lo que más llama la atención es que casi todos coinciden en que los progenitores de hoy día les cuesta mucho actuar cuando tienen un problema de disciplina. «Seguro que otro niño le ha pegado y él se ha defendido», «Mi hijo nunca miente», o «la culpa de todo la tienen las »junteras»» son frases recurrentes para escurrir el bulto cuando sus hijos han tenido un mal comportamiento, y lo que les toca hacer, a todas luces, es reprenderlos.
Disciplina
Otro de los incidentes muy común es pensar que su hijo siempre dice la verdad, «y creen que todo lo que les dicen a pies juntillas», indica la directora de un colegio de la ciudad. Lo dice con conocimiento de causa, ya que ha tenido varios problemas de disciplina con algunos de los algunos de su centro por peleas entre ellos y revanchas, que venían ya de la calle. «A la hora de informar a los padres, muy pocos aceptan de buen grado que su hijo tenga problemas de comportamiento», reseña esta directora.
A este respecto, el responsable de la Asociación de Profesores de Instituto (Apia), Gonzalo Guijarro, asegura que buena parte de la culpa proviene de que es muy difícil aplicarle a un alumno las medidas disciplinarias oportunas cuando ha tenido una falta de comportamiento. «Las faltas se elevan al consejo escolar y cuando se les impone la medida disciplinaria al cabo de dos meses al alumno ya no tiene sentido y a lo mejor ese problema se ha resuelto. La judicialización de la vida escolar no tiene sentido», manifestó. Además, indicó que la escasa participación de los padres en la vida escolar es otro de los fallos del sistema educativo.                                                Fuente: Diario Sur