Voces múltiples por Palestina

LUCAS MARTÍN. MÁLAGA Salir a la calle a manifestarse en favor del pueblo palestino ya no parece una cuestión de orientación política. El recrudecimiento de la ofensiva israelí en la franja de Gaza va camino de convertir el conflicto en un asunto de competencia universal. El aumento de la sensibilidad es notorio. Incluso en una ciudad como Málaga, no acostumbrada, precisamente, a los gritos masivos en cortejos que se alejen de la Eurocopa o la Semana Santa.
La manifestación de ayer fue la cuarta en apenas treinta días. Una frecuencia casi militante, que ofrece dos tipos de explicaciones encontradas: o el mundo se ha convertido inopinadamente a los postulados del rojerío o la situación en Gaza se ha tornado inadmisible. Lógicamente la segunda opción se antoja más sensata. Sobre todo, si se tiene en cuenta la heterogeneidad de la comitiva que participó en la marcha. Incluidos los representantes de sindicatos, organizaciones humanitarias y partidos políticos. De todos, menos del PP, de nuevo, el gran ausente, aún no se sabe muy bien por qué.
La implicación de la sociedad en el conflicto evoca las reacciones que se sucedieron en el continente para protestar por cercos tan intolerables como el de los franceses en Argel o el ´apartheid´ surafricano. Hacía muchos años que una situación en el extranjero no implicaba a tanta gente. Lo de la guerra de Irak fue distinto. España tenía la conciencia disparatada y megalómana de creerse un activo importante. Ahora su papel es similar al de Canadá. Cada vez es más difícil tropezar con alguien que defienda o justifique la matanza.
El único argumento discrepante que se escuchó ayer durante la manifestación no procedió de un colectivo prosionista, sino de un señor con un palo que increpó al personal por inmiscuirse en asuntos que excedían los límites de su bienquerida España. Como elemento para el debate parece pobre. La respuesta es casi unánime. Aunque como siempre no su cómputo matemático. Al menos, en lo que respecta a la manifestación. Según la policía, hubo 4.000 personas. Los organizadores hablan de 11.000.
Uno sale de casa sin calculadora. Lo único que se pude decir es que, durante un instante, la marcha se expandió por la plaza de la Merced, el túnel de la Alcazaba y una cuarta parte de la Alameda sin dejar espacio entre manifestantes. Hagan los cálculos.
Las proclamas no variaron mucho respecto a la última convocatoria. Casi todas coincidían en emplear el término "genocidio" y la palabra "paz" como una confrontación de sintagmas que evidencia una tragedia que sobrepasa la dialéctica. Los cánticos fueron variados e incluyeron un mensaje para Zapatero, al que se le exigió, con sonora perseverancia, el cierre de la embajada de Israel.
Más diplomático, pero igual de contundente, se mostró el doctor Jehad Soleiman Rashid, presidente de la Asociación Europea de Cooperación con Palestina (Asecop), que recordó la contumacia del gobierno de Israel y su rechazo a las exigencias de las Naciones Unidas. Además, aprovechó para expresar su agradecimiento a Málaga, un pueblo del que dijo que le llega "el aliento".
A su lado, Antonio Herrera, secretario provincial de CCOO, incidió en la importancia de la presión popular. "Las manifestaciones son útiles para exigir a los gobiernos que reivindiquen ante la ONU el fin del alto el fuego y la llegada de la ayuda humanitaria". Aunque el señor del palo opine lo contrario.

Fuente: La Opinión de Málaga