.Los mayores escándalos de esta tierra no son inmobiliarios. Ni políticos. De hecho, un ruso se queda con la mitad del monte San Antón y el diario Sur le dedica un suplemento explicando lo bueno que eso es para Málaga. Francisco de la Torre quiere construir por encima de la ronda, y eso no merece más que la reprobación a la Junta de Andalucía por no permitírselo. Francisco de la Torre ha talado Málaga, pero no pasa nada. El verdadero escándalo ha sido que el Ministerio de Defensa haya intentado eliminar los desfiles militares de la Semana Santa. Tal escándalo, que cuando el Ministerio ha rectificado, el Sur se ha apuntado el tanto y, sin que exista precedente alguno, el director, José Antonio Frías, ha escrito un artículo explicando lo que debe y no debe ser. EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com no quiere entrar en la polémica de la Semana Santa con soldados o sin ellos. Es otra cosa; por ejemplo, las calles de la ciudad con soldados o sin ellos. La religiosidad o carnavalidad de la Semana Santa local ya es un tema viejo para discutir con la caña y la tapa de pulpo. Pero el carácter civil de las calles es un hecho. Si ya resulta incómodo ver imágenes religiosas por la calle, los desfiles militares ya son sumamente chocantes. Y más si se piensa en la fecha en que la Legión se incorporó. ¿No lo saben? Sí: justito después de la Guerra Civil.
El desfile militar de primavera se confirma
ESTE año era la oportunidad de oro. En el cumpleaños del fin de la guerra de los militares y la extrema derecha española contra el gobierno legítimo de la República Española, y con la Ley de Memoria Histórica en la mano, hubiese sido la ocasión idónea para recordar a la gente que ese desfile tiene un motivo muy claro: humillar a una ciudad que destacó en la resistencia contra la marea golpista, y que protagonizó en febrero de 1937 el mayor desfile de penitencia que haya existido jamás en Málaga: el éxodo de la población civil hacia Almería, un auténtico vía crucis repleto de tortura, castigo y muerte.
el gobierno de Zapatero tendría que haber resuelto este asunto de otro modo. En primer lugar, recordando que estamos en un Estado aconfesional en el que no pocos de sus ciudadanos piensan que debería ser simplemente laico. Mientras lo siga siendo, el Ejército, como parte institucional del Estado, no puede ser religioso ni arropar ninguna manifestación que lo sea. A veces se olvida un detalle importante. Las cofradías son entidades privadas, como las peñas recreativas o los clubes de fumadores. Tienen todo el derecho del mundo a hacer sus actividades, pero no más derechos que el resto de los ciudadanos o los clubes o peñas. Por tanto, reclamar como un derecho lo que no es otra cosa que una costumbre, es –no podía ser de otro modo viniendo de donde viene- exigir como propio un privilegio. Y, por supuesto, no admitir la discusión es plenamente consistente con la trayectoria y los hechos de estas entidades.
QUEDE claro que los legionarios desfilan por primera vez en Málaga en calidad de fuerza de ocupación, y que lo hacen en Semana Santa con la insana voluntad del dictador de dejar bien claro que la ciudad está vigilada y controlada, que no puede hacer nada, porque la fuerza está del lado del usurpador. La connivencia de las cofradías con el régimen franquista y con la iglesia del nacional-catolicismo está suficientemente documentada, no hace falta comentario. Hoy pueden recurrir a los argumentos de la tradición (también lo hacen los que tiran la cabra del campanario, se cuelgan de un pavo atado por el pescuezo o destrozan a un toro en plena vía pública), pero los orígenes de esta tradición no se pierden en la noche de los tiempos; están en la noche más oscura que ha atravesado este país: el golpe de estado franquista, la matanza posterior, y la dictadura que acabó por machacarlo.
la defensa de esta ‘tradición’, la movilización de las fuerzas vivas para conseguir que no se perdiera, ha sido unánime. Todos con la Legión y su Semana Santa. ¿Queda espacio para disentir? Hay mucha gente en Málaga que no pisa el centro durante la Semana Santa, que no tiene ninguna inquietud religiosa. Incluso la hay que ha pagado a la EMT por decir en público que el ateísmo es una opción existente y racionalmente sana. Hay mucha gente en esta ciudad que no tiene ningún interés en ver por las calles de todos a los dioses de otra gente rodeados de las fuerzas estatales de tierra, mar y aire. Y hay suficiente número de personas que no quieren ver en las calles de su ciudad un desfile armado todas las primaveras. La campaña de Sur, en connivencia con las cofradías y los políticos locales, puede ser la demostración de cómo se puede hacer presión, y cómo puede tener más éxito apelar a las bajas pasiones (la ofensa localista, la velada denuncia de que detrás está favorecer a Sevilla, aunque eso sea reconocer que sin soldaditos a lo mejor la Semana Santa local no es gran cosa, etc.) que hacer un debate público sosegado y racional
Por el Colectivo Eloy Herrera Pino.