Por muy respetable que sean ambos comentarios, a su paso por Málaga el -ya no tan flaco- de Úbeda dejó claro que su grandeza es una certeza irrebatible, una historia aparte e independiente que va por libre más allá de las circunstancias.
Se comprobó la noched de este martes en cuanto asomó bajo su bombín por el escenario y entonó los dos primeros temas de su último disco, »Tiramisú de limón» y »La viudita de Clicquot». En ésta última, la corista le sacó la lengua y luego se comprendió que la escena podía entenderse como un preámbulo de los contenidos morbosos que se avecinaban. Es decir, las letras de éxitos de antaño como »Aves de paso» o »Peor para el sol», sendos homenajes a las mujeres malas.
Cuando se sintieron en su boca de canalla, empezó a comprenderse que había optado por un repertorio inteligente para que el concierto no decayese a la par que iba introduciendo los temas de su reciente álbum »Vinagre y rosas».
Era el último de sus conciertos de la gira en España antes de partir a Sudamérica, y la casualidad se alió con la certeza de que estaba en una ciudad especial para que se viera al mejor Sabina, que no tardó en recordar que en tierras malagueñas estrenó su primer bombín o que Miguel Gallego le dio la oportunidad de cantar en el pub Zambra de Pedregalejo cuando era un absoluto desconocido.
A medida que desgranaba himnos hubo un intermedio sin interrupción en el que él desapareció para darle protagonismo a Marita Barros, que pareció precisamente una corista al lado de la gran cantante que era y es Olga Román, compañera de viaje del ubetense durante años. Pese a que el paréntesis supo a poco, el verdadero y único mago de la noche se encargó de arreglarlo con »Y sin embargo».
Fue un clásico entre muchos, pues en »Calle Melancolía», »Princesa» o »Y nos dieron las diez», el público le hacía el trabajo a un cantante que esbozaba agradecido que le había tocado la lotería en un día que empezó con pescaíto y gambas en un popular chiringuito.
Para el epílogo dejó »La del pirata cojo», y cuando se apagó su voz saludó con pose de torero mientras sonaba »Crisis», un tema cuyo título no rima con Sabina. Porque su directo disparó las expectativas y dejó claro que de recesión nada, que este crápula no está en crisis
Fuente; Diario El Mundo