Una tromba de agua colapsa Málaga

LUCAS MARTÍN. MÁLAGA Azar, coincidencia de factores, cambio climático. La causa se desconoce, pero la pauta se repite por segundo año. Las lluvias, remolonas durante todo el curso, se concentran en el invierno y rematan con un capítulo exorbitante, violento, aciago. Si hace once meses la vehemencia la puso el tornado, devastador en algunos puntos de Málaga, en esta ocasión fue una borrasca, menos destructiva en lo económico, aunque igualmente descorazonadora y motivo de incidentes y desperfectos.
El agua cayó con una velocidad casi inusitada. En apenas una hora, de 9 a 10 de la mañana, se recogieron más de 35 litros por metro cuadrado en Málaga y casi medio centenar en Alhaurín de la Torre. Suficiente como para estimular la memoria en su vertiente más dura, la de las inundaciones del 89. Sótanos anegados, desprendimientos, rescates o retirada de vehículos formaron parte de la galería de instantáneas.
Los equipos de emergencias recibieron más de un centenar de llamadas, algunas formuladas bajo un sol incomprensible y reluciente, que se alzó pocos minutos después de la descarga. El balance, en muchos barrios, resultó, por momentos, desolador.
La crecida del Guadalmedina obligó a rescatar a dos indigentes. En los polígonos industriales se anegaron locales y cayeron trozos del techo. Hubo que evacuar a varias familias y una persona resultó herida en Santa Bárbara al recibir el impacto de un filamento del techo.
La celeridad de la tormenta desbordó la capacidad de contención del alcantarillado. La escena se reprodujo en numerosos municipios, salvo algunos de la Axarquía, donde, no obstante, permanece cortada la antigua N-340 por el temporal de la Navidad. Málaga y Alhaurín de la Torre se llevaron la peor parte, con niveles de lluvia acumulada en menos de veinticuatro horas de 61 y 100 litros por metro cuadrado, respectivamente.
En la capital, la barriada de Dos Hermanas fue una de las que sufrió mayor deterioro. Hasta allí se desplazó el alcalde, Francisco de la Torre, que visitó la veintena de viviendas desalojadas por la tormenta, que desplazó el barro de las obras de soterramiento del tren.
La lluvia no respetó a nadie. Los bomberos no dieron abasto. En Málaga intervinieron en 45 incidentes. El Consorcio Provincial, por su parte, se ocupó de 29, casi todos ellos localizadas en Alhaurín de la Torre, que padeció el desborde del arroyo de El Valle.
Ni siquiera la Iglesia pudo permanecer al margen. Un rayo reventó la instalación eléctrica del céntrico templo de San Pablo, también en la capital, a pesar de la defensa de las antenas.
El caos se apoderó de la mañana, golpeada en su hora más activa y laborable. Una excavadora tuvo que emplearse a fondo para rescatar a una conductora en Alhaurín de la Torre, donde hubo que evacuar el colegio Algazara. El tráfico avanzaba con la lentitud de un desfile de elefantes y muchas carreteras quedaron cortadas. Es el caso de la MA-6404, a la altura de Teba, o de la N-331, que comunica con Antequera.
La tormenta entorpeció también la conexión con el Aeropuerto. Tráfico practicó desvíos, aunque la tardanza estaba garantizada. La mayor acumulación de agua se ubicó junto a la terminal, lo que neutralizó buena parte de las alternativas en los metros finales. Además, el tránsito aéreo se hizo eco de la complejidad del día. Sobre todo, en lo que respecta a las compañías Easyjet y British Airways, que cancelaron varios de sus enlaces entre las islas británicas y Málaga.
Los problemas en el transporte no acabaron ahí. En Campillos se precisó el transbordo de dos trenes que cumplían con el servicio entre Ronda y Granada. La capital, además, padeció la interrupción de la circulación en algunas de sus arterias más populosas. Sobre todo, por el temor a nuevos desprendimientos, preludiados por la caída de una valla en la calle Joaquín Turina y de fragmentos montañosos en El Limonar y los alrededores del seminario. Los desperfectos se repartieron por toda la ciudad, pero fueron especialmente severos en áreas como Pedregalejo, Dos Hermanas y El Limonar, además de los polígonos industriales. La situación más común se condensó en locales y viviendas anegadas.
La potencia de la lluvia se mide en el baremo alcanzado en localidades afectadas por el temporal como Marbella, Manilva y Estepona, que sumaron 82, 70 y 62,5 litros por metro cuadrado en apenas una jornada. Las reservas de agua volvieron a aumentar. Los técnicos del pantano de El Limonero recibieron la tormenta mientras achicaban agua de manera rutinaria, lo que estuvo a punto de jugarles una mala pasada. Quedan días para hacer recuento, para el trabajo centuplicado de emergencias y reparadores.

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Información elaborada por Lola Sánchez, Fran Extremera, Blas Gil, M. Albarral, J. J. Zayas, C. Fernández, A. García y Jose Torres.

Fuente: Diario La Opinión de Málaga