No se ha actuado en la cabecera de ninguno de los arroyos de los Montes de Málaga y, lo que es peor, muchos de ellos han sido transformados en pos de las urbanizaciones que se han ido construyendo en los últimos años en la zona. Eso supone, como explicó el experto en la conferencia que ofreció ayer bajo el título Las inundaciones del 89: sus escenarios entonces y ahora, que el sistema hidrológico de estos arroyos funcionara el pasado jueves "cuando menos igual que lo hizo hace 20 años a pesar de que llovió mucho menos".

Las consecuencias fueron evidentes. La anegación de numerosas viviendas, locales y garajes de la barriada de Pedregalejo debido en parte al impresionante caudal con el que bajaba el Jaboneros, un arroyo especialmente torrencial por la escasa distancia que separa su cabecera de la desembocadura.

Es una característica, según Ruiz Sinoga, "común" a todos los arroyos de esta zona y obras como las de Colina del Limonar que han transformado el cauce del Toquero "no son más que un valor añadido a todos los desastres que se han cometido y que contribuirán al arrastre de más sedimentos en el caso de que llueva con tanta intensidad".

No ocurriría lo mismo que en 1989 si lloviera de la misma forma en la otra parte de la ciudad. La construcción de la presa de Casasola en el río Campanillas y el encauzamiento de la desembocadura del Guadalhorce garantizarían, en su opinión, la seguridad de toda esta zona porque "sería imposible que el río volviera a bajar con los 1.800 metros cúbicos por segundo como ocurrió entonces".

Fuente: Málaga Hoy