SI el pasado no ha sido un annus horribilis para el Ayuntamiento malagueño, y en especial, para nuestro Alcalde, que venga Dios y lo vea. Y que opine. Hemos vivido una auténtica cascada de informaciones relativas a, cuando menos, irregularidades en las contrataciones públicas realizadas por el equipo municipal, que, en una ocasión, ha supuesto incluso, por fin, la dimisión de uno de sus concejales.
PERO no se quiere referir este artículo, me voy a resistir, a la política del Consistorio en cuanto a la forma de realizar las contrataciones; no opinaré sobre las consecuencias evidentes de la excesiva prolongación de los mandatos, de la acomodación de los políticos en sus cargos, de la simplificación de las formalidades, del presidencialismo arrogante derivado de repetidas mayorías suficientes. Me voy a limitar a analizar las formas con las que dos concretos concejales malagueños se han manifestado recientemente, se han dirigido a los ciudadanos.
EL pasado día 3 de diciembre, un día después de su dimisión, D. Manuel Marmolejo Setién concede una entrevista al periódico La Opinión de Málaga, en la que utiliza términos absolutamente impropios de su cargo en el partido, del puesto de concejal que hasta el día anterior ostentaba, y de la exigencia que una ciudad como Málaga debe requerir a las personas que ocupan sus más importantes cargos públicos.
EL titular destacado por el periódico por sí mismo ya no tiene desperdicio: “Mi cuñado está muy jodido; su empresa es ahora como la gripe A”. Con este atractivo titular uno no puede dejar de introducirse en la entrevista, con al menos una curiosidad mezclada con legítima indignación. Es una entrevista lacrimógena, en la que dice sentirse dolido, estar “muy quemado”; al parecer, ha sido víctima de la injusta acusación de haber escogido a la empresa de su cuñado para repetidas contrataciones municipales de importante cuantía, (una empresa curiosamente recién constituida poco después de ser elegido concejal), contrataciones que se justificaban por la mayor eficacia proporcionada por la empresa, sin que podamos conocer qué otras empresas optaron a los trabajos y por tanto con base a qué criterios se realiza la supuesta comparación por parte del concejal.
PERO no me quiero desviar: volvamos a las formas. El Sr. Marmolejo afirma haber sufrido “algunas triquiñuelas, bestialmente cutres” por parte de la oposición. Igualmente indica que su cuñado “está muy jodido… Esto es como la peste, como la gripe A”, para continuar afirmando que la oposición “se ha pasado tres pueblos y medio”, y que el partido en el gobierno ha demostrado una ética “que le da diez mil vueltas” a la utilizada por ellos.
ESO, en respuesta a tan sólo tres preguntas. Me temo que habrá sido la prudencia del periodista, dando por finalizada la entrevista, lo que haría cesar la sucesión de groserías y expresiones soeces y vulgares empleadas por el entrevistado.
EL pasado 15 de diciembre, la quinta teniente de alcalde del Ayuntamiento de Málaga y concejala de Servicios Operativos, Dª Teresa Porras, contesta por primera vez a las acusaciones que por parte de Izquierda Unida se realizan sobre la forma en que tuvieron lugar las contrataciones con la empresa Idecua Arte Urbano, S.L. Se trata al parecer de sucesivas contrataciones de mobiliario urbano que se realizan por el procedimiento negociado, sin solicitar y barajar las tres ofertas antes de la adjudicación que exige la ley.
LA concejala se defiende amparándose en una potestad que, con carácter excepcional y justificada en razones artísticas, le confiere la legislación vigente, pero en la que de ninguna manera puede apoyarse para una sucesión de adjudicaciones con un volumen económico global de considerable importancia para las arcas municipales.
PERO de nuevo las formas empleadas en su defensa juegan públicamente una mala pasada a nuestra concejala, que se muestra tal como es y deja entrever la realidad de lo sucedido en unas respuestas que no deberían ser ni inmediatas ni irreflexivas. La prensa escrita, en esta concreta lid, no muestra con su crudeza las airadas componendas de la respuesta de la quinta tenienta de alcalde, sin embargo, sus manifestaciones orales, transmitidas a través de las ondas radiofónicas, no dejan lugar a dudas de la calidad humana y profesional de la Sra. Porras.
ÉSTE es mi caso: tengo la costumbre de ojear la prensa en Internet durante la mañana, y el 15 de diciembre me paro en la comparecencia realizada por Dª Teresa Porras, en la que encuentro que la contratación es “plenamente legal”, que “los diseños de Idecua son únicos y no se pueden encontrar en otras ciudades”, y que los contratos están “perfectamente documentados, realizados en la más estricta legalidad”. Hasta ahí todo bien; evidentemente si la contratación está bien hecha o no será una cuestión legal que se habrá de resolver en el correspondiente ámbito político, administrativo y, finalmente, judicial.
PERO sucede que salgo del despacho y me subo en mi coche, y, como de costumbre, enciendo la radio: noticias de Málaga de la Cadena Ser. Asunto del día: comparecencia de Dª Teresa Porras. Y tengo la oportunidad de oír la voz potente, prepotente, de la concejala en un corte glorioso que resuelve por sí mismo todas las dudas que respecto a las contrataciones pudieran haberme surgido.
ES difícil, imposible, describir fielmente el tono de las declaraciones, como la indignación que me produjeron. Era algo así:
“YO (ese YO recalcado, enfático, todopoderoso) estoy contratando a un artista (nótese que no contratan los malagueños, ni el Ayuntamiento, ni siquiera su Concejalía, ni los empleados municipales que asesoran al Consistorio; no, contrata ELLA, sólo ELLA; además, que yo sepa, Idecua Arte Urbano, S.L. no es un artista, es una empresa), y como la potestad es MMMIIIIIAAA, como la potestad es MMMIIIIIIAAAA, (de nuevo énfasis y autoridad: la potestad, para la concejala, sólo es suya, de Dª Teresa Porras; ni de la Concejalía, ni de los técnicos municipales, ni del pleno, ni del Ayuntamiento, ni de… Nótese esa MMM arrastrada, esa IIII dotada de poderes divinos, esa AAAA que refuerza el argumento con notoria solvencia, y, finalmente, esa repetición innecesaria del subordinado “como la potestad es MMMMIIIIIAAA” para que no quepa duda alguna), pues contrato lo que me va a dar mejor servicio y lo que más me va a gustar” A MI. Es decir, lo que me da la gana. Eso es. Toma ya.
DOÑA Teresa Porras utiliza el “singular mayestático”: cuando digo YO quiero decir nosotros; sin embargo, tras la audición del corte se visualiza al reyezuelo déspota y absoluto, con una dignidad inferida que hace a sus subordinados invisibles y mudos; al dignatario que denigra repetidamente la dignidad de su puesto; al sujeto que confunde su persona con la institución que le ha tocado dirigir, y la autoridad con la tiranía.
EL copete de estas declaraciones fueron las que la propia Sra. Porras realiza el día 23 de diciembre, y cuyas excelencias han sido ya recordadas por EL OBSERVADOR (Consultar AQUÍ), con todo lujo de detalles.
LOS del Sr. Marmolejo y la Sra. Porras son dos ejemplos recientes, pero ni son los primeros ni serán desgraciadamente los últimos.
Y es que la política en general, y la municipal en particular, ha sufrido un importante deterioro en los últimos años. Si los inicios de la democracia estaban plagados de políticos preparados, coherentes, imbuidos de una razón de Estado, cultos, respetuosos, inteligentes, la actual clase política se aleja mucho de estas premisas. En el político se premia por su partido la subordinación a intereses partidistas y personales y la mediocridad, de forma que no ponga en cuestión el liderazgo. Ello se traduce en sujetos faltos de la más mínima preparación, carentes de educación, estilo, carisma, elegidos a dedo para llevar a cabo proyectos en interés público para los que en absoluto están preparados, y que aprovechan la oportunidad que el cargo les brinda para, reforzados por la mayoría obtenida en las urnas, olvidando o manifestando desconocer la ley, hacer y deshacer según su antojo y, a ser posible, en beneficio propio o de personas de su entorno.
VARIOS son los interrogantes que me asaltan: ¿con base a qué criterios elige el Sr. Alcalde a sus concejales?; ¿acaso ignora el Sr. De la Torre el “talante” con el que se despacha la Sra. Porras?; ¿desconocía el Alcalde el vínculo familiar entre el Sr. Marmolejo y la empresa adjudicataria de las contrataciones?; ¿de qué manera preparan los concejales sus comparecencias públicas, sus entrevistas, en definitiva, su contacto directo con los ciudadanos?; ¿acaso no se dan cuenta de que se manifiestan con una evidente falta de respeto capaz de indignar al más común de los ciudadanos?.
TODAS estas cuestiones se resumen en una: ¿Nos merecemos esto los malagueños? Puede que sí
Por Elena Narváez
Abogada especialista en Derecho Inmobiliario
Fuente: Revista El Observador