JAVIER GARCÍA RECIO. MÁLAGA El último temporal de levante, que devastó hace quince días los últimos restos de playas disponibles en la capital, ha dejado al menos una buena ´cosecha´ de róbalos o lubinas que de manera sorprendente han ´sembrado´ las playas de El Palo durante estos últimos días.
Decimos que ha sido buena cosecha para los paleños que se están aprovisionando estos días de este rico pescado, pero no tanto para los propietarios del criadero de lubina que han visto como el temporal ha dado libertad a los miles de peces que allí criaban.
Resulta que el levante ha destrozado las jaulas de un criadero de róbalo o lubina que existe, mar adentro, en las playa de El Palo, en la cala de la Banda del Mar y ha dejado en libertad a miles de pequeñas lubinas que allí engordaban.
Se ve que las lubinas, con el despiste que suele caracterizar a estos peces, y más siendo menores de edad, derivaron hacia todas partes. Muchas, las más astutas, han debido tirar para alta mar y allí ya se buscarán la vida, pero otras sin saber adónde iban se dirigieron hacia la playa.
Posible negocio. Aquí ha comenzado el pequeño festín que estos días están dándose la colonia de pescadores ociosos de El Palo. Cualquier ciudadano se puede acercar a la playa más cercana al viejo cementerio del barrio y allí verá a decenas de pescadores lanzando sus cañas en busca de las miles de lubinas despistadas que ronda por la orilla.
Vean si no la foto tomada poco antes del crepúsculo de ayer con ese buen puñado de ociosos lubineros buscando su cupo. Dicen que algunos están conchabados con los afamados merenderos de la zona que estos días estarían enriqueciendo su carta con el delicioso plato de lubina a la sal a precios asequibles.
Otros se la llevan directamente a casa, que una lubina no se come todos los días y menos esas familias que sufren las precariedades de hoy día. Y si se la llevan a casa yo les recomendaría también la lubina al ajillo. ¡Menudo plato! Y en este caso, bien barato.
Otros se entretienen con el espectáculo, como Rafael Caparrós, un viejo vecino paleño que se distrae viendo de manera insólita como sus vecinos se afanan en recoger el regalo que la mar les proporciona estos días.
La cosa ya no durará mucho, el maná marinero que el Mediterráneo ha ofrecido a los agradecidos paleños estos días ya toca a su fin, pero que se lo digan a todos esos que estos días se han metido de frente una buena lubina o róbalo a la espalda, y gratis, por supuesto
Fuente: Diario la Opinión de Málaga