La velada resultó de lo más amena y agradable con un ágape previo para todos los socios de esta activa entidad de la localidad de Coín. La Peña Pepe de la Isla puede vanagloriarse de tener una programación intensa y variada y de contar con una feligresía respetuosa y que siempre llena sus coquetas instalaciones para dar calor a los artistas flamencos que pasan por ella. Ayer no fue una excepción y bien que se notó que el cantaor estaba a gusto entre sus parroquianos.
Enrique Castillo, cantaor valiente y montaraz, al que no le pone freno ningún estilo, se explayó ayer en una rica variedad de ellos, comenzando por alegrías, para hacer un poco de garganta antes del barroquismo de sus malagueñas. Entró luego en campos de la soleá por bulerías y ya en ese momento el público había percibido que Antonio Soto no iba a ser un acompañante de lujo si no tan protagonista o más que el cantaor presente.
Se nota que Soto afina y perfecciona en múltiples facetas como acompañar a dos de leyendas como Fosforito o Agujetas, al baile de su mujer Gema Garcés –con la que por cierto estrenó espectáculo en Nerja hace unos días con muy buen resultado- o en la de solista, esa polivalencia le genera tanto velocidad y capacidad de crear sobre lo tradicional, como sabor antiguo a todo lo que toca.
En la seguiriya Castillo ya anestesió a todos los presentes para clavarles una buena estocada por tientos tangos y colarse muy adentro, hasta el nido de las agujas, en una serie de fandangos para el recuerdo. Tan a gusto se encontraba con regaló una tanda extra cuando ya enfilaba los camerinos.
Fuente: Málaga en Flamenco