Celia Villalobos, en la fiesta convocada por los dirigentes locales del PP para homenajearse a sí mismos, se ha atribuido la modernización de Málaga como gran ciudad. Sólo gobernó cinco años, pero tiene una idea providencial de sí misma. Se considera la redentora de Málaga tras el ciclo catastrófico del PSOE ya que Pedro Aparicio «no hizo nada». Celia rara vez permite que la verdad le estropee una frase, pero la gestión de su predecesor está ya en los libros de Historia: Parque Tecnológico, Jardín Botánico, Teatro Cervantes, Cementerio, Mercado de Mayoristas, Estación Central de Autobuses, Orquesta Sinfónica, Parque del Oeste, puentes y márgenes del Guadalmedina, Archivo Histórico, desmantelamiento de Campsa y preconvenio de Repsol, Casa Natal y Fundación Picasso, Vertedero Controlado de Basuras, red de Bibliotecas Municipales (16), paseos marítimos, conexión de las rondas, Empresa de Transportes. aunque lo determinante de esos años en los que Málaga experimentó su mayor transformación histórica es el proyecto regeneracionista integral para europeizar una ciudad desvertebrada, con el Plan General de 1983 (Premio Nacional de Urbanismo), abastecimiento de agua y saneamiento de toda la ciudad, pavimentación y acerado de más de cincuenta barriadas, Plan Estratégico, parques de bomberos y policía, centros de servicios y emergencias sociales, festivales culturales, erradicación del chabolismo, autobuses, semaforización, etcétera. Eso es lo que Celia Villalobos llama «nada». O estaba bajo su clásica embriaguez verbal o es alzheimer o simplemente mala fe.
La fiesta del PP tenía un guión previsible: Bendodo, que está convirtiéndose en uno de esos políticos a los que no hay modo de oírles una frase inteligente, proclamó sin la menor autocrítica que Málaga es una ciudad de diez -se ve que ha viajado poco- y el alcalde repitió su guión habitual de que todo lo que falla se debe a la hostilidad socialista contra Málaga, un planteamiento bastante infantil pero de gran éxito popular. Hasta ahí, todo lógico; de hecho, es lo que tienen las fiestas: se empieza con buen ánimo, después se desata la euforia y se acaba diciendo tonterías. Otra cosa es lo de Celia Villalobos, con su guión tipo Los Morancos, incapaz de distinguir entre la demagogia, que sólo depende del pudor de cada cual, y los hechos, que son objetivos. Ahí recuperó su gran mentira. Pero lo sorprendente no es tanto esta celiada -ciertos discursos, de puro groseros, resultan ridículos- como la respuesta muda del PSOE. Sus dirigentes deben de creer sectariamente que Aparicio no merece una declaración, sin entender que callándose dan la razón a esa tosca mentira desacreditando su patrimonio histórico y sus propias siglas. En fin, una ciudad de diez.
Fuente: Diario Sur