UNA RECETA

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Tal merma en sus retribuciones, sin lugar a dudas, podría conllevar un duro golpe a la dignidad institucional que encarnan. Y eso, lógicamente, me preocupa. Sería patético ver a nuestros más excelsos hombres y mujeres apostados en cualquier esquinilla del Congreso, el Senado u otros organismos ministeriales, echar mano del bocadillo de jamón York o de mortadela o choped envueltos en papel de aluminio y acompañado con café con leche de termo en vaso de plástico, extraído todo ello convenientemente de una bolsa de Mercadona o Carrefour o bien de una canastilla de mimbre con servilleta de papel o de tela a cuadros, incluidas.
Que las medidas impuestas a los gestores del bien común afectan también, aunque en menor porcentaje -cinco por ciento de media- a los “pecheros” de antaño (jubilados, funcionarios, recién paridas, etc; que no a banqueros, especuladores u otros presuntos aspirantes al enriquecimiento rápido y eficaz) van a conducir a sus promotores al “matadero” (en donde espera el señor de los “hilillos de plastilina” para recoger el testigo) no lo duda nadie, creo. Es por ello que, en un arranque de conmiseración y solidaridad (probablemente inmerecida) he decidido salvarlos del hipotético hundimiento mediante una receta simple y factible, a saber: que los tratamientos odontológicos, incluyendo los implantes dentales, sean asumidos por la Seguridad Social.
Con semejante receta (aunque finalmente no se lleve a cabo y simplemente genere ilusión) y con vista a las próximas elecciones, estoy convencido que la figura política de Zapatero reaparecerá como un nuevo Pericles salvador. Amén.
Salud.

Antonio Caparrós Vida