La Sierra de Cazorla lo tiene todo. Este parque natural, a 300 kilómetros de distancia del mar más cercano, fue declarado «provincia marítima» por Carlos III, ya que de aquí partía gran parte de la madera que servía para construir las naves de la flota española. Pinos de distintas variedades, encinas, robles y acebos son algunas de las especies autóctonas que pueblan todavía sus bosques y montañas.
Las cifras dicen mucho: 215.000 hectáreas, picos que superan los 2.000 metros y los ciervos como grandes protagonistas. Cuando el agobio de la ciudad empieza a hacer mella, es el momento de desconectar e ir a empaparse de naturaleza, a respirar aire puro. El Parque Natural de la Sierra de Cazorla, Segura y las Villas es el más grande de España. Por eso, es fácil de entender su generosa oferta para los amantes de todo lo relacionado con la naturaleza. Situado en la provincia de Jaén, el parque parece una muralla que protege a los geométricos campos de olivos.
Es aquí, en la Cañada de las Fuentes, donde nace el Guadalquivir. Un lugar mágico lleno de leyendas y misterio. El agua en sus distintas manifestaciones está muy presente en todo el parque y es uno de sus grandes atractivos. Los ciervos son los grandes protagonistas. Las orillas del embalse del Tranco son un fantástico escenario, sobre todo en otoño, durante los meses de la berrea. Por la noche es fácil escucharlos. Tampoco hay que desechar la ronca del gamo.
Al sur, la Sierra de Segura esconde un sorprendente escenario natural rico en fauna y flora, con un microclima propio y toda una cultura serrana local, diferente al resto de la provincia. Para un mayor conocimiento del área, debemos ir hasta el centro de interpretación Torre del Vinagre, en la carretera del Tranco.
Las posibilidades de hacer trekking o simplemente dar tranquilos paseos son infinitas y hay muchas rutas señalizadas. Aquí cualquier actividad se ve recompensada por la compañía de distintos animales y aves a lo largo del camino. En la parte más alta viven las cabras montesas y sobrevuelan las águilas reales y los halcones. En el interior, más tímidos a la presencia humana viven los muflones, gamos y jabalíes. Por los pantanos y ríos que salpican el parque, campan a sus anchas nutrias, truchas, barbos y cangrejos y cuando se levanta la veda los aficionados a la pesca encuentran en sus aguas un auténtico paraíso
Por Pedro Madera
Diario El Mundo