Ruido, polvo, baches, taladradoras y grúas. Durante casi cuatro años en total -divididos en tramos-, las obras del metro en la carretera de Cádiz traían de cabeza a comerciantes y vecinos. Ahora se están llevando a cabo los trabajos de finalización; una vez abiertas y transitables las calles, recuperan la esperanza de que la zona retome el pulso y vuelva a la vida urbana.
«Menos mal que han acabado ya las obras, ahora los autobuses ya no vienen con retraso, con los dos carriles van más rápido, no hay baches y no les cambian el recorrido», apostilló ayer una usuaria de la línea de autobús 31, Nieves Sánchez. «El metro es necesario para despejar el tráfico de esta carretera, cuando esté terminado lo cogeré», aseguró. «Yo seguiré tomando el autobús, me da miedo eso de ir bajo tierra», señaló una señora que estaba a su lado esperando en la parada.
Los taxistas afirman que ahora tienen más clientes. «Durante las obras, los servicios en esta zona eran nulos, había muchas dificultades de acceso», afirmó Rafael Sepúlveda mientras esperaba en una parada de la avenida de Velázquez. El dueño de un quiosco cercano y vecino de la zona, Antonio Reyes, considera que el aspecto de la calle ya no es el que era: «Están plantando pocos árboles en la mediana, solo hay uno cada cinco o seis metros; antes había césped y eran más numerosos», afirmó.
Para los comerciantes es casi una resurrección. «Las obras del metro nos mataron, pero ahora parece que empieza a pasar más gente», aseguró la responsable de un negocio de la zona, Lucía Naranjo, que reconoce que el ruido de las obras le ha causado muchas cefaleas.
«Además, hemos sufrido hasta cinco robos porque no estaba instalada aún la iluminación, y diversas inundaciones porque los residuos de las obras taponaban las alcantarillas», denunció Naranjo. La inmobiliaria que lleva su mismo nombre está ubicada en la calle Héroe de Sostoa y, gracias a que está cercana a una oficina de correos, su propietaria asegura que se ha podido mantener, porque la gente tenía que pasar por allí para recoger sus cartas y paquetes. Aprovechará la finalización de los trabajos para pintar la fachada, sucia por el polvo que generaron.
Locales cerrados
Por toda la carretera de Cádiz se observan numerosos carteles anunciando el alquiler de locales con las fachadas cubiertas de polvo. «Muchos comercios que estaban aquí de toda la vida tuvieron que cerrar porque las obras perjudicaban a los clientes que querían venir», explicó Naranjo, refiriéndose a que la falta de aparcamientos y la dificultad de acceder tanto a pie como en transporte público o privado, han hecho que desciendan las ventas.
Muchos comercios de la zona coinciden en que, a pesar de que la fluidez de público es ahora mayor, la crisis ha hecho que este factor no se haya notado mucho en las ventas. Así lo afirmaron Mercedes Ortiz, de Muebles Aguilar, y Antonio Vázquez, de Artes Jomesa, una tienda de pinturas, ambas ubicadas en la avenida de Velázquez. «Las pérdidas ya son irrecuperables», añadió Vázquez.
Algunos negocios han visto una oportunidad para abrir ahora que las obras han terminado. Manuel Fontan, de Gestoría Toré, trasladó su oficina de la calle Larios a Héroe de Sostoa sabiendo que iban a finalizar los trabajos, y está contento con el cambio. «Nos ha venido muy bien que ya se pueda transitar por aquí y no haya problemas de aparcamiento», incidió. Raul Pincay, trabajador de una tienda llamada Todo a 2, subrayó que los beneficios del metro dependerán, para cada local, de su cercanía a las bocas de sus paradas.
La mayoría de los vecinos y comerciantes coincidieron en que el suburbano, a pesar de las molestias de sus obras, a largo plazo dará más vida y sera útil para este distrito; una vida subterránea que emergerá en noviembre del próximo año inundando las calles de transeúntes llegados de otras partes de la capital malagueña
Fuente: Diario Sur.