ALFONSO VÁZQUEZ. MÁLAGA
Su abuelo el marengo Salvador Leal, cuando se lo podía permitir, pedía en la taberna del Ensalá, en El Palo, un moscatel con soda y por eso fue conocido como El Soda. El mote pasó al hijo, Paco, un marengo, patrón de pesca, que no podía acostarse sin antes permanecer unos minutos frente al mar.
El nieto de Salvador, protagonista de esta historia, utilizó el mote con orgullo familiar en la mili, pero en El Palo sigue siendo conocido como Paco Leal y la semana pasada se despidió de su puesto de florista frente a la iglesia de las Angustias. Le llegó la jubilación.
Vino al mundo el 1 de mayo de 1946. «Nací en una barraca de alquiler en primera línea de playa, pegada al colegio del Padre Ciganda, sin cuartos de baño ni luz y con el techo de cartón piedra, que cuando llovía te mojabas más dentro que fuera», describe.
Dos años más tarde la familia pudo trasladarse a una de las nuevas viviendas protegidas del Palo y al llegar la edad, Paco entró en el colegio del Padre Ciganda (el ICET), lo que no le impidió, por necesidades familiares, vender patatas a los 10 años por las playas de Pedregalejo y El Palo. «Una mujer las freía en la playa de las Acacias y las vendíamos liadas en papel de estraza en canastas enormes de caña. Había días que no terminaba hasta las 5 de la tarde en el Rincón, así que tenía que volverme subido al tope del tren», recuerda.
Tras unos años de trabajo en una carpintería, Paco comenzó a trabajar en todo tipo de labores comerciales y llegó a vender pescado en Pescadería trayéndolo de Estepona, Algeciras o Motril. Pero por motivos de salud cambió de trabajo y a finales de los 70 decidió abrir una floristería en su barrio, en el que no había ninguna. «Mi mujer, Antonia, tenía un puesto en el mercado del Palo y monté la floristería allí cuando no sabía lo que era un geranio», bromea.
Mas, como le gusta llegar hasta el final, estudió a fondo hasta dominar este arte y con los años la floristería fue pasando por varios locales hasta el actual, frente a la iglesia de las Angustias. «Y todo gracias al apoyo de mi familia», resalta.
Pero la faceta de Paco Leal estaría incompleta sin su activa implicación en los problemas del barrio. La conciencia política le llegó en sus primeros contactos de juventud con el PCE y con el sacerdote progresista Miguel León, que se interesa por él cuando conoce que encabeza un grupo de vecinos que los sábados y domingos promueve el arreglo de las calles en la cooperativa de viviendas.
En 1976, con 30 años, se convierte en uno de los fundadores de la asociación de vecinos del Palo, entidad en la que hoy continúa trabajando a destajo y que ha presidido en dos ocasiones, llegando a convertirse su floristería en sede vecinal.
«A la asociación le he dado todo el tiempo que he tenido y más pero es menos de un uno por ciento de lo que la asociación me ha dado a mí y le estoy muy agradecido a la entidad y a mis compañeros», señala.
Paco Leal se jubila de la floristería pero seguirá trabajando por El Palo. Coordinador durante muchos años de IU en Málaga Este, concurre por esta formación en las próximas elecciones. Su vocación sigue en activo.
Historias
Los 1.500 kilos de garbanzos y el pionero del carnaval
Confiesa Paco Leal que su vocación fue siempre el comercio. «Menos droga he vendido todo lo habido y por haber», bromea. Venta, autoventa, representaciones y oportunidades que supo cazar al vuelo, como la que se le presentó en 1973, recién casado: «Llegué un día a un bar y había un hombre que tenía 1.500 kilos de garbanzos y se los compré». Con la ayuda de un camión, llevó la montaña de kilos a su casa, pero como los sacos no cabían, cuenta: «Tuve que desarmar una cama para que cupieran y cuando mi mujer vio aquello…». Sin embargo, Paco Leal consiguió venderlos por las casas de comida del Centro con muy buen éxito: «Como el hombre lo que quería era deshacerse de los 1.500 kilos de garbanzos, los compré al precio que quise y les gané un dineral», recuerda.
Tampoco se puede olvidar su faceta de carnavalero: fue cofundador, en 1982, de la primera murga que se creó en El Palo, Los marenguitos, ganadora del primer premio de murgas del 83 y también ha participado con éxito en comparsas y cuartetos. «Los cuartetos han sido mi fuerte porque mi asignatura pendiente ha sido haber sido actor porque yo lo vivo cuando hablo», cuenta.
Fuente: La Opinión de Málaga