La lluvia arremete
con tanta prisa
que da miedo,
a veces,
cuando choca contra el suelo,
y hace pompas en los charcos,
que parecen espejos
muy hondos,
tan tramposos
que engañan,
cuando llegan hasta arriba
y mojan, los charcos
de la lluvia, hasta el calcetín.
La lluvia empieza como que no,
como si no tuviera muchas ganas,
la lluvia dejándose llorar,
desde tan arriba, desde las nubes
tan mustias, tan oscuras y grises,
las nubes de la lluvia,
sin parar, hasta remojar bien
sin y con paraguas.
La lluvia refresca y asusta un poco,
la lluvia empieza a regañadientes
y luego no sabe parar,
la lluvia chapotea sobre la lluvia,
sin parar un buen rato,
y a veces se pasa
y a veces se queda corta.
Con la lluvia uno nunca sabe . . .
Si va a parar pronto. . .
Si va a estar un buen rato.