J O S E L U I S S A M P E D R O

Jesé Luis Sampedro, a pesar de haberte leído desde hace tanto que ya te llevo tanto tiempo conmigo, desde que sentí, sufrí y me emocioné leyendo  la sonrisa etrusca hasta tus últimas declaraciones, por encima de cuanto te haya podido escuchar, que también y seguro, me quedo y me quedaré con tu capacidad de contagiar ánimo y estímulo, honestidad y claridad de ideas, incluso aunque haga tanto tiempo que supiste bajar del tren para continuar a pie, como una legión, como si de una legión se tratara tras de ti y tras tantos como tú, ¡ maestro!, emocionado y feliz por verte feliz y satisfecho, por el premio que te acaban de conceder, por la necesidad y la suerte de haberte podido escuchar y leer, como si fueras inigualable, que sí y que no, porque no eres único y sin embargo lo pareces, porque seremos quienes lo intentamos a diario, gracias a vuestro ejemplo, por llegar a ser dignos de tu y vuestra determinación por ser coherentes con tus y vuestras ideas, valientes y decentes hasta el punto final que alcanzará el infinito.

                        José Luis Sampedro, premiado y reconocido, valor incuestionable de una sociedad enferma y sin embargo ansiosa por sobrevivir, digna y rotunda, al rebufo de tu y vuestro ejemplo,  con la sonrisa tan clara y diáfana, por tu mirada sencilla y franca, por tu coraje amable e indestructible.

                        José Luis Sampedro y la humanidad hecha alegre compensación por haberte conocido, por habernos permitido reconciliarnos con nuestra propia humanidad, como si de una deuda pendiente se tratara, como si de un compromiso inaplazable urgiera para ponerse al frente de las propias ideas, mientras éstas persigan la concordia, el respeto y la justicia, porque siendo iguales y libres, permítenos que tu ejemplo y tu magisterio perdure mientras podamos seguir recordándote.

                                               Torre del Mar 30 – noviembre – 2.011

Fuente. Antonio Garcia Gómez