EL primero en comenzar a despedirse del alcalde De la Torre ha sido diario Sur. El principal soporte mediático del político conservador dedicó la principal información del pasado domingo a una crítica inédita a una gestión marcada por la incógnita de la esquina de oro del puerto, el fiasco de Art Natura, los cambios sobre el Astoria, los ingresos previstos por convenios urbanísticos que no llegan ni se esperan… y el mal del último mandato. Toda una señal de que las cosas han cambiado y más lo harán si tenemos en cuenta que estamos ante una inminente crisis de gobierno, como el propio periódico recordaba.
VAMOS a asistir a una legislatura en la que la figura del alcalde De la Torre se desdibuje en Málaga, mientras su sucesor -Caneda, Bendodo, Andrade, Maldonado… hagan quinielas- se asientan ante la opinión pública local. De la Torre, que desembarca en el Senado con la convicción propia de quien ha sido empujado por el partido, gastará más fuerzas en sacar adelante su empeño por el municipalismo en la Cámara Alta que en el día a día de la ciudad. No sólo es que pasará más tiempo en Madrid, es que sus intereses están más en forzar reformas administrativas, aunque sólo él crea que el Senado se puede cambiar…
TIENE su lógica. Es legítimo y natural que quien ya ha sido casi todo en política, de presidente de la Diputación a trashumante en el desierto de la UCD, quiera un final digno, mejor remunerado -ganará 30.000 euros más como senador- antes que repetir ‘primeras piedras’, plenos y juntas de portavoces que ya conoce, domina y hasta probablemente, le aburran.
POR más que el discurso oficial siga hablando de un deportista incansable que mantiene la ilusión del primer día, De la Torre va camino de los setenta. Ha llegado al pluriempleo mayor y no está con los mismos reflejos. Los últimos años, especialmente los marcados por la crisis, han puesto al descubierto el débil andamiaje de su proyecto, especialmente en materia cultural. Su idea de ciudad se desvanece con los 150 millones de ingresos de convenios que no se materializan, con una deuda desbocada y una concejala de Economía, Carolina España, que también emigra a Madrid. Los grandes asuntos siguen sin resolverse: Guadalmedina, Baños del Carmen, Torres de Repsol, Astoria… siguen en el limbo de la inacción, por no hablar del plan de guarderías, los carriles bici, el funicular a Gibralfaro…
MÁLAGA ha cambiado en la década del delatorrismo experimentando un significativo desarrollo residencial en su litoral Oeste, pero no ha habido obras municipales que transformaran la urbe. La reforma de la Merced o del Parque son paradigmáticas y ejemplares por superficialidad y electoralismo. Pero con una rara habilidad, el alcalde de Málaga logra que desde la llegada del AVE hasta la segunda pista del Aeropuerto pasando por las nuevas rondas y el Palmeral de las Sorpresas parezcan logros personales suyos.
Y con esa misma ‘baraka’ es probable que su sucesor y el equipo que le siga tenga que comerse los marrones de Tabacalera o el Astoria, por poner dos ejemplos, mientras que el ingeniero agrónomo no sufre desgaste alguno en Madrid, empeñado en cambiar la estructura administrativa de el Estado mientras alterna con el presidente del Málaga Valley, Javier Cremades en cualquier foro empresarial de I+D+I
Fuente: Revista El Observador