L O S P O B R E S

Los pobres duran y perduran tenaces en su pobreza absoluta sin poder salir de ella, casi nunca o nunca, difuminados en el olvido que nos estalla en la cara nada más ver su imagen.

                          Los pobres en cartoné no huelen, los pobres en los reportajes de pobres siguen sin oler y apenas dicen nada que nos moleste. Los pobres callan, al menos hasta que les preguntan y entonces hablan lo justo.
                          Los pobres niños corren a buscarse la vida y sus migajas sobre los vertederos de afuera de las ciudades. Los pobres niños malviven y no lo saben muy bien, descalzos, llenos de mocos, harapientos y analfabetos. Los niños pobres solo son niños o tampoco aunque si son muy pobres. Los niños pobres lo tienen muy difícil y ellos sospechan que igual son pobres.
                          Los niños pobres no espabilan, simplemente hacen cabriolas para subsistir y obedecen a la fuerza y tratan de dar mucha pena. Los niños pobres son los más pobres. Los niños pobres trabajan y andan kilómetros para acudir a escuelas desvencijadas, a hospitales remotos, a puestos de la cruz roja a por un cuenco de arroz, un jersecito viejo, un pantalón gastado. . . y eso lo sabemos porque les contemplamos en los reportajes a todo color. . . o en las colas de las aceras de nuestros barrios.
                          Los niños pobres mueren a borbotones, después de haber pasado mucha hambre, haber recibido todos los palos del mundo, haberles dolido la tripa, haber sufrido fiebre días y días, haberse quedado abandonados en cualquier rincón de su mundo, . . . pero los niños pobres molestan cuando se acercan demasiado, y los niños pobres nos disputan las migajas que desdeñamos, y los niños pobres están estupendos tan lejos de nosotros que es necesario frecuentemente organizar campañas de ayuda para niños pobres. . . para que sigan lejos ¿un poco menos pobres?.
                          A veces sospechamos que muy cerca de nosotros también hay niños pobres y hacemos como que si y como que molestan un poco, o asustan, o incomodan a la vista, los niños pobres que cuando están muy cerca hasta huelen y hasta asustan, los niños pobres recogiendo mierda que llevarse a la boca, los niños pobres que extienden sus manitas e imploran sus miradas por una generosidad que se llame fraternidad, solidaridad, . . . porque siempre habrá un sitio entre nosotros para los niños pobres que no huelen cuando lucen tan pobres en las postales ¿ o no?
                          Los niños pobres escaldando nuestras conciencias hasta insensibilizarlas.
                                   Torre del Mar 23 – mayo – 2.012