Y eso es lo que hay, según su disposición, verdad que sí, cautivos y desarmados, con un único y preferente objetivo político y social: saciar la voracidad insaciable, para más inri, de la deuda nos venga de donde nos venga la papela y la dolorosa y la madre que la va a parir, y amén Jesús, según nos cague o también el Paráclito que venga a por lo suyo en forma de mercado inflexible, poder financiero internacional, y más de lo mismo, y a la voz de ar, bienvenida en todo caso la deuda que nos devorará, ¡buen provecho! bien servida por los ujieres, con usted a la cabeza, beneméritos mamporreros del castigo cuasi divino que nos viene encima, si o si, bien administrados por los desvergonzados y caraduras que se comieron la tajada gorda la misma que ahora habrán de regurgitar, para que nosotros paguemos la cuenta del desastre que organizaron quienes ahora mismito se ponen a arbitrar el peaje.
¡Váyanse al peo!
Y en todo caso pues vale, y por si no teníamos bastante ahora hay que elegir, un día si y otro también, entre lo malo y lo malo peor, como malos chicos que todo nos lo merecemos, en estado de shock, vistos que los planes se nos han hecho planos e irrealizables, cuando tantos y tantos lo único que hemos hecho ha sido trabajar y trabajar decentemente, pagar y pagar puntualmente. . . hasta la extenuación. . . al dictado de los sinvergüenzas que corren a robarnos lo poco que nos queda, y punto y seguido, entre lo malo y lo malo peor, a la vera de las recomendaciones órdenes de sus eminencias y excelencias.
Y ahora va, entre contrito y soberbio, nuestro compañero presidente y nos pone al día la receta, con su copago incluido y ración de ricino o de más ricino, y aquí paz y mañana gloria, para el jubileta, unos poquillos eurillos de aquí, otros pocos de allí y a la mierda la solidaridad con los más desfavorecidos,
Y bajo palio la deuda, la deuda agigantada, con sus plusvalía e intereses.
Y ni un resquicio para el coraje y la quimera, la nobleza y los derechos básicos, acobardado el compañero presidente ante sus amos, insolente sobre los más débiles, hurgando y escatimando el chocolate del loro, sin atreverse a responsabilizar a los culpables, igual porque son ellos mismos, mientras que seguimos poniendo los de abajo el montante que aumenta día a día, por la deuda, insaciable la deuda, abandonadas a su suerte la educación y la sanidad públicas, gratuitas y universales, y ¡que se jodan! y ¡ que no se pongan enfermos! y ¡que aprendan en casa!. . . por un despido libre, esta vez si que cuasi gratuito, con los oros de los amos hemos topado amigo Sancho, y así, chiquito, chiquitito el pobrecito trabajador, jodido y pagano, por pobre, por poco espabilado, por carne de cañón. . . en tanto el compañero presidente devanándose los sesos entre lo malo y lo malo peor.
Y aquí no se rasga la vestidura nadie. . . como no sea para hacerse un par de camisillas por si hace falta, que hará.
Y que siga la riola y que viva la culpa, repetida una y mil veces, hasta que penetre hasta el tuétano de nuestra gran culpa, nuestra grandísima culpa, colectiva, para que paguemos resignados, para que cedamos y perdamos porque . . . es nuestra culpa. . . elegir entre lo malo y lo malo peor ¿ o no, compañero presidente?.
¿O qué nos creíamos? ¿qué nos íbamos a librar?. . . cuando solo queda entre elegir lo malo o lo malo peor.
Torre del Mar 18 – julio – 2.012