El Palo idolatra a »Paco»

No cabe atribuir esta decisión por supuesto a la crisis, ni siquiera al síndrome del nido vacío. El canterano empieza a emerger con fuerza en el primer equipo, pero de momento no necesita dar el paso de independizarse, de modo que sigue durmiendo a escasos metros del remozado San Ignacio, donde dio sus primeras patadas al balón.

Portillo le debe mucho a su padre, que fue también jugador de El Palo y actuaba de medio centro. Después hizo de entrenador, le tuvo a sus órdenes e inoculó el 'veneno' del fútbol en el único varón de sus dos hijos. El malaguista ha pasado en unos meses del anonimato a la fama, pero en las calles paleñas le siguen tratando como uno más. Este periódico le acompañó ayer al mediodía en la sesión de fotos y lo pudo comprobar. Las miradas se vuelven hacia él a su paso, pero casi nadie le reclama su atención, solo en muy pocos casos, como un joven seguidor que le pide una foto con su Iphone a las puertas de un bar. «¡Portillo, a meter muchos goles!», «¡Hay que seguir así, con dos huevos!», le espetan entonces otros jóvenes de su edad, seguramente desocupados, a las puertas del local. Otras veces el saludo es ineludible, como al cruzarse cara a cara con Antonio Soler, el 'siete días', anterior responsable de las instalaciones de San Ignacio.

Pero Portillo sigue siendo el mismo chaval que estudió hasta Sexto de Primaria en el Colegio Valle-Inclán y que después se pasó al IES Mediterráneo para continuar su formación. No busca favoritismo ninguno por su condición actual de futbolista famoso ni, mucho menos aún, se le sube el éxito a la cabeza. Sus amigos siguen manteniéndose en su círculo. Como Capote, un jugador de su quinta, vecino y fichado como promesa por el Real Madrid, aunque tuvo que dejar el fútbol hace un año por una insuficiencia coronaria. «Lo lleva muy bien», informa. A Portillo le gusta la playa, y en especial la que tiene cerca de su casa, la de El Dedo. Tampoco se priva del buen pescado que se puede tomar cerca. Más que los espetos de sardinas, le gustan los boquerones y la rosada. En definitiva, que cualquiera diría acompañando al centrocampista que es un futbolista de élite