Subir el IVA para las actividades culturales es generar más miseria, más animalidad, más incultura, más rufianería en los de siempre: los de abajo; los más desfavorecidos. Con ello, la sociedad perderá en sensibilidad, en humanidad, en elevación respecto de lo más prosaico y básico: la supervivencia. La vida se empobrece en la misma medida que la sometemos al puro sobrevivir, ¿no?
Cuando éramos más ignorantes, allá por los años 60 y 70, nuestros hábitos (especialmente en los de abajo) eran más violentos en armonía con aquella sociedad basada en la violencia. Nuestras víctimas eran "seres inferiores": enfermos mentales, homosexuales, mujeres (era habitual el bofetón y las palizas), lagartijas, gatos, perros, ratas… No habíamos ganado mucho, pero algo avanzamos, sí señor. Las lecturas de calidad, la música (especialmente la clásica), el cine, el teatro… nos fue transformando poco a poco, afortunadamente.
Ahora parece que debemos reiniciar aquel camino: el de la miseria. Lo dicen nuestros conductores, nuestros políticos conservadores (muchos de ellos con gruesas cuentas corrientes), es como un castigo bíblico: los de abajo, si acaso, solo tienen derecho a la supervivencia, nada más. "Cuándo se ha visto que un gañán gane cinco duros?", protestaba un rico terrateniente al cura de su pueblo en la Écija oscura del franquismo, según un familiar próximo al autor de este artículo.
Habrá que buscar fórmulas de rebelión. Esto no puede quedar así. No hay derecho que nos obliguen, de nuevo, a degradar nuestra calidad como seres humanos.
Salud.
Antonio Caparrós Vida