De la Torre, tocado

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Más lejos incluso de quienes siguen sin entender la separación de nuestro estado de la Iglesia católica y que, 'meapilas' socialistas incluidos, avalen -con cartas o sin ellas- la celebración de 'fitures' con mantilla para vestir santos en Roma.
Mucho más allá aún de esa extraña ética que permite colocar un amigo como cargo de confianza -con o sin demostrada valía- usando la figura del asesor como salvavidas del camarada cuando a éste le van mal las cosas en su propia ingeniería.
Allende inclusive la constatación de esa corrupción institucionalizada en las empresas públicas municipales que siguen utilizándose para hacer concursos como trajes a medida de los 'elegidos para la gloria' y que traslucen un nepotismo perfectamente organizado y dirigido aunque algunos lo intenten enmarcar en el posibilismo de las casualidades o coincidencias.
Y mucho más allá del más allá que ya son los explosivos conflictos laborales a los que asistimos, de las ruinosas inversiones con precios más que cuestionables como la manzana del Astoria o de otras abandonadas a las ruinas como la casa natal de Cánovas o al olvido una vez terminadas como la de Gerald Brenan en Churriana, de los millones derrochados en licitaciones como las del museo de las gemas que resultaron ser un fiasco, de las maniobras que el propio alcalde ha hecho para meterse en la lista del senado y percibir más dinero del que cobraba antes de sacar pecho con los ajustes que hizo para dar ruedas de prensa, de los juegos de distracción que suponen 'lobbies' como Málaga Valley, de la supuesta y cacareada integridad cada vez menos creída o del nerviosismo que trasluce afear con poco estilo la posición orgánica de sus adversarios, como se hizo en el último jueves de doble pleno.
Mucho más allá de todo eso, por supuesto, De la Torre ya está tocado.