Debate de las dos ciudades

 

La solemnidad del acto quizás la requería, pero fue un debate de poca corbata. Tampoco de excesiva briega política. Correcto y moderado en todos los sentidos. Poco vivaz, enquistado y tedioso por momentos. Pero que dejó claro que existen dos ciudades distintas: una para los que gobiernan y otra para los que ejercen la oposición. La ciudad de los éxitos, premios y reconocimientos internacionales, de difícil pronunciación y puede que escaso rédito para el común de los mortales malagueños, más allá del prestigio para la Málaga de la que se siente parte; y la de los vecinos que pasan hambre, que necesitan la ayuda de asociaciones benéficas. La que está en el paro y sumida en la desesperanza.

Carlos Hernández Pezzi, que recuperó la voz y no es porque antes estuviera afónico, más bien desposeído de toda responsabilidad por María Gámez en el grupo municipal socialista, se lo dijo al alcalde ayer de forma muy gráfica, desde su posición como concejal no adscrito: «Cada vez que pronuncia un logro en inglés separa al Ayuntamiento de las necesidades reales de los ciudadanos».

Los portavoces de la oposición coincidieron en el diagnóstico. Eduardo Zorrilla, por ejemplo acusó a De la Torre de dedicar tan sólo un minuto a hablar de los distritos. Y eso que la primera vez que tomó la palabra lo hizo durante 55 minutos. Luego estuvo otros 35 minutos y por último 27. Casi dos horas monopolizando el debate, dos terceras partes de lo que duró la sesión plenaria. La portavoz socialista también criticó que Francisco de la Torre olvidara a la gente, la que va al mercado, la que cada vez compra menos cosas y más baratas, porque no puede pagarlas. Las dos ciudades, otra vez presentes.

La que entre el 26 de enero y el 7 de febrero acogerá en el Palacio de Ferias el Foro Europeo de Samsung, que congregará a más de 3.000 ejecutivos de la compañía surcoreana (en 2013 ha sido en Mónaco y en 2012 en Praga) y que ayer anunció el alcalde sacándose un nuevo conejo blanco de la chistera; y la Málaga de los solares vacíos, de los malagueños preocupados por la limpieza de sus calles cuando pagan uno de los servicios más caros de España.

La ciudad inteligente, la que según el alcalde está en los mapas de referencia de smartcities del mundo; y la ciudad pobre y desahuciada. La que apuesta por las grandes ofertas culturales, aunque sean caras, y la que no sabe si recibirá algún día las plusvalías de esta inversión.

También hubo cruce de acusaciones pero dejando a veces de lado la política municipal para meterse de lleno en la autonómica, por los incumplimientos de la Junta en unos casos; y del Gobierno central, por sus políticas de recortes, en otros. Así el alcalde hizo referencia al proyecto de las tecnocasas en Lagunillas, poniendo de relevancia las dificultades económicas por las que atraviesa la empresa de suelo público de la Junta, antigua EPSA, la rehabilitación de la calle Gigantes, que formaba parte del plan de rehabilitación concertada, o la construcción de VPO, «competencias de la Junta».

Pezzi y Zorrilla lamentaron la falta de transparencia del equipo de gobierno respecto a las gestiones para que el Cubo del puerto albergue una delegación del Museo Pompidou. Se les ocultó la información un día antes de que el alcalde hiciera el anuncio en los medios. Gámez, por su parte, valoró esta apuesta, «pero no se confunda con que apoyamos su política cultural», matizó. Mientras Eduardo Zorrilla hablaba, el coordinador provincial de IU, José Antonio Castro, observó las hechuras de su portavoz y futuro candidato a alcalde, salvo sorpresas. Apunta maneras, aunque le falta la soltura y rapidez dialéctica.

En las bancadas de los ediles, caras bajas, más que nada, porque miraban al móvil. Los concejales populares asentían al alcalde cuando intervenía y miraba al tendido. Luis Verde daba ánimos al nuevo portavoz del PP, Mario Cortés, que se estrenaba en su cometido. Poco público in situ, sin saber los índices de audiencia logrados por Onda Azul, que cumplió con su función de servicio público retransmitiendo un pleno que estuvo presidido por Damián Caneda y que contó también con la presencia del presidente de la Diputación, Elías Bendodo, que sin embargo tuvo que ausentarse antes de que terminara