el rey anda preocupado y con el culo al aire, un poco por parte de yerno, otro poco por parte de hija e infanta; el rey nuestro de cada sofoco nuevo anda como puede, vadeando y bandeando los pormenores y las contingencias, desde hace una porrada de años, leyendo como sabe los discursos predestinados, por protocolo y necesidad, tan campechano el rey, tan cercano el rey, según loan los súbditos más entregados, loa que loa, ante el rey y sus retrancas; el rey nuestro hecho una pepla, a la pata pateando el rey como puede, con su príncipe a punto, que eso dicen, que eso afirman y certifican, con recambio asegurado, dispuesto y presto, el príncipe a expensas del rey, porque el rey no abdica, porque el rey sufre en silencio, tan tieso como puede, farfullando al reflujo de la poca luz, sobre el atril de brillos y sombras, el rey balbuciendo, el príncipe de dulce.
El rey nuestro de todos los días, hecho un ecce homo, cazador en mala hora, del último elefante, el rey pidiendo perdón, el rey afligido y compungido, el rey hecho un mixto, con el príncipe pisándole los talones, todo donosura y prestancia, hecho una lisura, el galán preparado para, ¡ale hop!, para ser nombrado rey de todos los españoles, por la gracia de su “majeza” real.
El rey algo mosca, el rey haciendo ímprobos esfuerzos por parecer gallardo y resuelto, el rey fatigado sacando fuerzas de su coraje, el rey empecinado en seguir reinando, el rey con su recambio a punto, el rey, nuestro señor hecho un señor, renqueando, muleta arriba abajo, el rey reo de los suyos, el rey dando el espectáculo, sin una mala silla de ruedas que le alivie, el rey hecho un machote, el rey hecho un machito, el rey dándonos la imagen de hombre mayor, cansado y gastado, el rey ansioso por quedar bien frente a su audiencia, el rey hecho un fortín en sí mismo por mantenerse incólume, el rey con el culo al aire en su fragilidad, el rey tan humano hecho un real señor, el rey por la gracia del sistema con su recambio a punto, a su lado, por si acaso se necesitara, hecho a imagen y semejanza del orden preestablecido.
El rey nuestro de nuestros desvelos y del suyo, en un ay, por aguantar mientras pueda, el rey, nuestro rey, su alteza el rey Juan Carlos.
Torre del Mar 10 – enero – 2.014