La juececilla valiente

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-¡Qué malos!

-Malos no, malísimos.

-¡Y qué listos!

-Listos no, listísimos, siempre estaban pensando cómo robar al pueblo y repartir el dinero de los impuestos entre sus amigotes, y eso, queridos, niños, lo estuvieron haciendo un año, y otro año, y otro año…

-¿Y nadie se dio cuenta de nada?

-No, porque los políticos ladrones lo tenían todo muy bien estudiado porque sabían mucho de leyes y de presupuestos; muchos eran licenciados y doctores y algunos hasta habían estudiado en el extranjero.

-Qué listos los políticos malos y qué tontos todos los demás, ¿verdad, mami?

-Eso parece, sí.

-¿Y por qué eran tan tontos los políticos de la oposición, mami? No, no me lo digas, lo sé, lo sé: ¡porque no eran licenciados ni doctores ni nada!, ¿a que sí?

-Pues, ejem, estoooo…, no, no, niños, ellos también eran licenciados y todo eso, lo que pasa es que…

-No, no, no me lo digas, que lo adivino. ¿A que estaban conchabados con los otros, con los malos?

-No sé, no creo.

-¿Y cómo se descubrió todo?

-Pues veréis. Cuando ya los malos estaban tan tranquilos, apareció una jueza muy buena muy buena y muy lista muy lista y muy valiente muy valiente… El caso es que esa jueza nunca llegó a saber quién ideó todo el tinglado para robar el dinero de la gente, y como entre ellos se protegían unos a otros y hasta decían que ni siquiera habían cometido ningún delito, ¿sabéis que hizo ella?, ¿no lo adivináis? Pues muy fácil, cogió y los empapeló a todos, uno por uno, y además les embargó los bienes.

-¿A todos?

-A todos. No solo denunció a los que robaron el dinero, que esos no le interesaban mucho, sino a los que amañaron las leyes para que esos otros robaran el dinero. ¡Menuda era!

-¿Y a los que se hacían los tontos y no se enteraban de nada también los mandó a la cárcel?

-No, a esos no.

-¿Pero por qué no?

-Pues no lo sé, tened en cuenta que los malos era muy hábiles.

-Ya, pero los buenos también habían estudiado y eran doctores… ¿Y cómo puede ser que viendo cómo los malos ganaban siempre las elecciones y daban montones de dinero a sus amigos, como es que los otros no sospecharon nada?

-Bueno, eso siempre fue un misterio.

-Ya, pero entonces la jueza podía haber hecho como con los malos, todos al trullo, hasta que cantaran, hasta que explicaran cómo pudo ser que los del Gobierno estuvieran robando dinero y burlando leyes y nadie viera nada. Un poco sospechoso, ¿no, mami?

-¿Pero cómo iba la jueza a meter a todos los políticos en la cárcel? ¡Eso, hijitos, no puede ser!

-Vale, la jueza sería muy buena y muy lista, pero a lo mejor no era tan valiente.

-Sí era valiente, pero ella tenía que perseguir a los malos, no a los buenos.

-Pero, mami, si tú misma dices que los buenos tenían tantos estudios como los malos y que los malos violaron el Estatuto, la Constitución y no sé cuántas leyes más, ¿cómo puede ser que los buenos no se enteraran de nada?  ¿Y no podría ser que los malos no hubieran sido tan malos ni los tontos tan tontos, y que la juececilla valiente se hubiera pasado de lista? Mami, si una jueza se pasa de lista, ¿la pueden castigar?

-¡Se acabó! No se os puede contar ningún cuento, al final siempre acabáis estropeándolo con tanta pregunta y tanta sospecha. ¡A dormir todo el mundo!

-Pero mami…

-¡Silencio, silencio, silencio