EL SEÑOR AZNAR NO TIENE QUIEN LE ESCRIBA

  • Categoría de la entrada:Opinión

suponemos, adelantado a su época y sus gentes, ¡seguro!, el gran timonel dejado en tierra, ¡por dios!, ¡con lo que vale!, un potosí o casi, con su boquita de piñón algo fruncida, algo enmarañada en desagüe de mala uva tan avinagrada, ¡lástima pues! de excrecencias invasivas para ser vomitadas, contra quienes se lo hayan de merecer, por palabra de sí mismo, señorito Aznar, oráculo de verdades intangibles e inamovibles, desde su pedestal que todo lo ve, todo lo sabe,  todo lo pontifica, pies por alto de su excelencia seráfica y pejiguera, ahora que tiene que ir mendigando un micrófono, seguramente, para ir poniendo los puntos sobre sus íes, con sus conmilitones, desagradecidos impertérritos, porque si son lo que son, sean lo que sean, ¡qué carajo! que a él se lo deben, o ¿ya no se acuerdan’ cuando aplaudían a rabiar los aires de grandeza del gran patricio, valga la redundancia en tan petulante ejemplar, se entrase en guerra o se arrinconase al adversario con todas las artimañas y alguna más, porque “todo valía” para el mindundi crecidito. . .

                                                            Entonces ahí le tenemos al inefable personaje, lamiéndose sus heridas y ,malquerencias, sin que se le ofrezcan las consideraciones debidas, a él, el señor Aznar, presidente honorario o de honor, que uno no sabe muy bien, intitulado de sus propias ínfulas, habiéndose creído más de lo más, por la gracia de su clarividente desvergüenza por no permitirse, ¡claro está!, ni la menor sombra de autocrítica, que hasta ahí podría llegar la impertinencia, con y a quien tanto le deben, los propios, los que ahora no quieren invitarle, . . . o sí, que ya ha roto lanza a su favor  la lideresa en fuga, por hostigamiento indebido de agentes maleducados, la señora ínclita, señora Esperanza Aguirre, para prepararle un mitin a modo, para el señorito zaherido, para que hable y se explaye y meta el dedo en el ojo donde y a quien él decida, ¡coroneles Tapioca al ex!, ¡tan engolado, tan ausente de cualquier duda en su vocación de elevarse sobre el resto . . . de mortales!.

                                                            Corriendo pues, toda la banda, ¡que qué tropa!, a plegarse a sus deseos enfurruñados en su ariete de piñón, para dejarle soflamar, como y cuando requiera el personajillo de marras, junto a su amiguete y colega el Arias Cañete, para que todo quede en paz, pues al cabo se trata de un paripé que hay que pasar, para soltarse complejos y lanzar estopa, solapada o no, a quien se lo haya merecido, con el señor Aznar presto a recibir cuanta “correspondencia beneplácita” desee, ¡por dios y por su tranquilidad indesmayable”, el tipo reconociéndose a sí mismo imprescindible, con sus  tiralevitas de formación, haciendo la ola aunque sea de tripas corazón.

                                                            Que el pesebre, al fin, también exige algunos sacrificios, entre tanto tramoyista de tiros largos, enfervorizados, auto ovacionándose, ellos, que se están jugando la poltrona, porque, ¡qué demonio!, están contadas y no están para permitirse arrebatos infantiles y rencorosos del paráclito hecho verbo, el señorito Aznar, hecho un basilisco contenido por tanta falta de reverencia e inquina a esparcir, a las bravas de los hombres muy hechos a sí mismos, para gracia y desgracia de quienes aún tengamos que aguantarle aunque sea de lejos, . . . con sus adláteres de partido sin saber muy bien qué hacer con el petimetre en cuestión de merecer, de merecerse, ¿de merecernos?. . . ¡tan poquita cosa!. . . a su sombra.

 

                                                            Torre del Mar  30 – abril – 2.014