M I S E R I C O R D I A . . .

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De ninguna de las maneras, habiendo salido de uno de los referentes que debería serlo, como no y como ejemplo generoso y grandioso, la iglesia Católica y sus pomposos representantes, sumos y ungidos patriarcas enredados miserablemente en sus dogmas y verdades pastorales, como no, para clarificar quién se merece y quién no el certificado de homologado católico. En los tiempos que corren y nos corren, donde la bondad y la fraternidad suenan a eco desvaído de nadie sabe de donde ni de hace cuanto, para que vengan a insistir estos pájaros de altos vuelos y solideos claveteados en sus almas de hielo e hiel, a «ponerse exquisitos», en la virtualidad de su insensible humanidad, en nombre de sus principios religiosos que se alejan y alejan . . . de la humanidad que también se va quedando huérfana de . . . sus pastores, del consuelo sin condiciones, del abrazo sincero y entregado. . . Como para que aún hoy nos vengan estos híspidos espantajos de brocados bendecidos a darnos patente de ¿justificación?. . . pero ¿qué broma es esta?. . . entre tanto dolor, menosprecio y marginación. . . entre los creyentes de a pie que sufren y son expulsados de su fe, vía pecado de carne, por los obsesos de restringida moral de pacotilla. Misericordia. . .como si fueran ellos quienes tuvieran que otorgarla, ¡miserables!, cuando la misericordia, el respeto absoluto, la fraternidad universal, la humanidad innegable. . .solo puede aspirar que los demás sean misericordiosos con uno mismo. Como para que caigamos en su trampa, infelices y crédulos, ante las declaraciones insoportables, crueles y perversos de quienes, desde sus elevados y prestigiosos sitiales se permiten . . . a pontificar. . .sobre la moralidad íntima de cuantos solo aspiran a ser más sinceros consigo mismos y con quienes y a quienes aspiran a amar mejor y más honestamente. Como palafreneros del mal erigido y plegado, al unísono, al fanatismo todopoderoso, rígido e inhumano, hartos de sus sentencias y sus digresiones ayunas de toda compasión, ellos que tanto tienen que ocultar y callar, porque como dicen que dijo «Su Maestro». . . : «que tire la primera piedra quien esté libre de pecado». Como para que insistan e insistan en «tocarnos las bolas» de nuestra normalísima forma particular, respetuosa y singular forma de relacionarnos . . .sin hacer daño a nadie. Torre del Mar 30 – junio – 2.014