Sin duda alguna y en justicia plena y sincera, todo el honor y el respeto hacia nuestros compatriotas militares, sacrificados y nobles como cualesquiera de los millones de trabajadores que también, y en primera línea, defienden a la Nación española cuando y donde se les contrate, incluso en situaciones de indecencia e iniquidad, con sus salarios rebajados, con sus puestos de trabajo puestos en almoneda o baratillo a precio de saldo, de donde había uno ahora pueden ser dos o cuatro.
Todos en el filo de la navaja que nos hace difícil que continuemos en pie, sobre el abismo a nuestros pies.
Porque es curioso que la Nación, la Jefatura del Estado, y su titular a la cabeza como gran capitán general de la clase trabajadora, de buzo o bata, no haya organizado, “no se les habrá ocurrido”, una gran fiesta nacional que ensalce el sacrificio, la nobleza y la dedicación de tantos millones, cada vez menos desgraciadamente, de compatriotas . . . que se dejan la `piel en sus puestos de trabajo, por levantar a su país, por levantar sus magras economías, por exactamente la Nación que nos representa, que tanto nos aseguran que es “nuestra”. . . y tal vez parezca que nos ha abandonado, aunque y sin embargo, esa Nación será lo que seamos capaces de ser sus trabajadores, mientras nos reconstruimos nuestro futuro, nuestro presente, reconstruyendo nuestra Nación.
Uniformados y no uniformados, pertrechados para no rendirse, españolas y españoles, más homenajeados o menos homenajeados, en su Pascua militar o en su Pascua civil no celebrada, a expensas de que también algún responsable político declare que es “prioritario invertir en el material humano, de la clase de tropa”, porque “dormirse sería muy arriesgado”, aunque nuestros dirigentes han intentado adormilarnos, aunque aún seguimos sobre “el filo de la navaja”, con un sentimiento muy cierto de abandono a pesar de todos los sacrificios que nos han requerido.
En el filo de la navaja, felices y orgullosos de nuestros compatriotas soldados, echando en falta el honor y la consideración en su máximo rango de todas y todos los españolitos que reclamamos “los derechos humanos, sociales, laborales” que no son negociables. . .”a la baja”.
Y nuestros hermanos compatriotas, enfermos de hepatitis C, a la espera de los 800 millones que reclaman para empezar a sobrevivir dignamente. Y cuentan que la bajada de precio del petróleo le supondrá al gobierno español un ahorro de 10.000 millones. ¿Saldrán las cuentas ahora?
Torre del Mar enero – 2.015