A solas con el “tiempo
amarillo” de las historias
plagiadas y rotas de tanto
acordarse,
de entonces, de cuando nos creímos invencibles
y bellos, tan bellos como efebos
tentadores, a solas de nuestros
sueños caídos,
a solas con nuestros ídolos intactos,
imborrables, como entonces,
como siempre, cuando quisimos
enamorarnos a toda prisa,
enfebrecidos de amor
porque nos quisieran, al menos un rato nada más,
cuando nosotros amamos hasta más allá
de las madrugadas cenicientas
de silencios y besos dormidos,
a solas
con nosotros mismos,
cuando nos llegamos a creer
que no estábamos solos.
A solas, a golpes de intentarlo
tantas veces, hasta rompernos por dentro,
a solas,
tan frágiles, con el miedo a cuesta
de nuestro pasado que no quisimos
repetir porque solo era futuro,
solo era rabia y deseo, solo ganas de abrazarnos
a las risas que no hacían llorar, de besos hasta amarnos
más allá de lo que fuimos capaces de imaginar,
por un solo instante,
que soñamos eternos,
en un suspiro,
en una mirada reencontrada en la memoria
que no puede olvidar. . .
“el tiempo amarillo” que ya se posa
intacto, como una caricia,
sobre la melancolía que se ha enredado
a nuestra soledad,
cuando estamos. . .
a solas.
Torre del Mar marzo – 2.015