El otro día paseaba yo por la recién peatonalizada calle principal, por la que discurren parejas, familias, solitarios paseantes. . . cuando observé como una niña, una ricura seguramente, intentaba circular en su bicicleta pequeña, nueva, moderna, muy moderna, sin poner la debida atención, cabriolando sin mirar adelante, sin pedalear como debiera, hasta dejarse medio caer sin llegar a . . .darse de bruces, cuando, algo asustada, giró y buscó a su mamá que, acompañándose con un gesto, reconvino a su niñita querida para que tuviera más cuidado, tal vez para que manejara la bici. . .sin hacer tonterías.
A lo que la preciosidad, algo desairada, enrabietada e impertinente, con una voz de pito estridente y maleducada estalló y descargó su ira infantil hacia su madre con una frase lapidaria, gritona y repelente:
“Mamá, a ver si voy a tener que llamarte tres días ¡tonta!”.
Ayer, mientras tomaba café con un matrimonio conocido en una terraza de bar, las dos niñas de la pareja, supongo que también un encanto ambas, ya con sus añitos de entre los cinco y los nueve, seguramente, revoloteaban sin parar, sentadas, de pie, incordiando, preguntando, interrumpiendo, . . . hasta que encontraron un entretenimiento mayor y que consistió, a la velocidad del rayo, en ir sacando las servilletas de papel del servilletero para arrugarlas, esparcirlas por donde les viniera bien, sembrando el suelo, la mesa, la conversación de papelillos revoloteando . . .sin que los padres dijeran nada, atentos, él comentándome no se qué, yo ya había perdido el sentido de lo que fuera lo que me estaba diciéndome, ella, sin solución de continuidad, poniéndose a hablar por el móvil. . . con su madre, mientras las dos rapaces seguían a lo suyo, . . .hasta poner de los nervios a la encargada del garito que, mordiéndose la lengua, vino a retirar el servilletero y a recoger las servilletas. . . mientras nadie, ninguno de los progenitores se daba por enterados de nada, mientras yo, avergonzado, no sabía donde meterme . . .
Y ¿de la educación?. . . no se tenía noticia, sin duda.
Al cabo ¿es tan importante eso de la educación?. . .cuando aún son tan pequeños que podrían aprender. . .¿o no?
Torre del Mar abril – 2.015