De ida y vuelta la vida,
rompiéndose de sueños rotos
e ilusiones frustradas, tras la sonrisa
en la derrota, la mueca de logro no alcanzado,
yendo y viniendo, infatigables,
pasajeros del mundo, afanes reducidos
a un beso, una caricia, la nostalgia del primer encuentro.
Cuando era el azar
cada amanecer diario, de súbito,
por apoderarnos de las ganas que queríamos,
juntas las manos, enlazados los brazos,
por no soltarse, persiguiendo la playa al final,
el horizonte al alcance de nuestros deseos,
los ojos cerrados al rebufo de las pasiones.
Jóvenes e invencibles, que fuimos,
rutilantes y poderosos, amantes de nuestras palabras,
enamorados de nuestros retos, por llegar a cumplirse
las promesas que nos comprometían,
ahora y siempre, en el filo de las pequeñas derrotas,
sobre el abismo de los rasguños y los despojos,
al cabo de los besos que nos traicionaron,
cuando creímos que podíamos enamorarnos
del amor
que, impetuoso,
llamaba a diario a nuestros corazones. . .
henchidos de vida,
de ida y vuelta,
ahora que solo el rictus del penúltimo esfuerzo
aún nos deja el sabor dulce
de cuanto y por tanto
que aún nos queda por vivir
. . .
a dentelladas
por no rendirnos.
Torre del Mar abril – 2.015