R E F L E X I Ó N

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Jornada de reflexión, a solas con nuestros miedos y nuestros intereses, nuestras coartadas y nuestras dobles intenciones.

                                               Jornada de reflexión que nos deje mirarnos, siquiera un instante, sin disculpas ni prisas, sin ruidos ni soflamas, a solas con nuestra angustia, con la ansiedad que se disipa en el tráfago diario, con el abismo que disfrazamos de carrera hacia el callejón sin salida de nuestra carencia de expectativas.

                                               Jornada de reflexión también para mirar en rededor nuestro, hacia los próximos, hacia quienes más queremos, por ellos, con el coraje que arrinconamos hace tanto tiempo, por la utopía que se nos echó a volar y escapó fuera de nuestras manos, por un gesto, por la voz que nos se apague, por la palabra, por algo tan insignificante, tan pequeño como insustituible como puede ser el voto, secreto e individual, ajeno del interés bastardo, muy lejos de la parálisis que nos viene atenazando desde hace tanto.   

                                               Jornada de reflexión para sentirnos cómodos con nuestra decisión, capaces aún de entresacar del baúl de las decepciones la ilusión y la esperanza en un futuro mejor, porque el camino sigue ahí, a la entrada o a la salida de nuestra madriguera, a la intemperie, porque siempre se puede hacer un hueco la nobleza y la honestidad, la generosa decencia que sea capaz de haberse desprendido de todo lastre, una y un millón de veces más tras los pasos del poeta y el maestro, . . .: “desnudos como los hijos de la mar”.

                                               Jornada de reflexión en el centro del cosmos, en nuestro centro vital que nos permita seguir poder mirándonos al espejo libres del clientelismo y el miedo, la trampuchería y el interés por el interés, multiplicando el rédito que nos haga millonarios sobre la devastación que no cesa, cómplices y estómagos agradecidos, palmeros infames, sin atrevernos a jugárnosla. .  ni una sola vez más!, aunque ésta sea la última y decisiva oportunidad.

                                               Jornada de reflexión reencontrándonos con la intimidad que nos permita decidirnos . . . a solas, sin miedo, sin alharacas que nos distraigan, con la verdad del desprendimiento solidario que tal vez termine . . . por reconfortarnos.

 

                                               Torre del Mar     23 – mayo – 2.015