El repliegue de la olvidada playa de las Acacias

La llegada del escueto paseo marítimo del Pedregal y de los espigones en los años 80 difuminó las diferencias entre las dos playas. Prueba de ello es que en la guía oficial de playas del Ayuntamiento la de las Acacias ha disminuido de tamaño y ya no linda con el arroyo de los Pilones, sino que está a mitad de camino de sus antiguos dominios.

Pero lo cierto es que en este rincón de Málaga, pasados los años, toda la zona es conocida ya como la playa de Pedregalejo mientras que la de las Acacias se ha visto replegada a la última playita pegada al arroyo Jaboneros y frente al paseo de las Acacias, la conocida como la playa de las rocas, porque da la impresión de que contiene toda la rocalla sobrante de la provincia. De hecho, bien podía llamarse la Rocalla de la Diversidad, aludiendo a una de las últimas novedades del Jardín Botánico de La Concepción, ya que entre esas rocas encontramos cantos rodados, aportaciones ribereñas del vecino arroyo Jaboneros, pero también escombros de obras diversas, pues son numerosos los ladrillos.

Desde este punto de vista es por desgracia el lugar que menos ha mejorado desde la playa de la Araña hasta los Baños del Carmen, pues las playas de las Acacias y Pedregalejo, antes de la remodelación del 83, eran ricas en escombros, como recuerdan muchos bañistas y queda este último reducto, aunque sin tanta pared desmenuzada como en el pasado.

Por eso, ahora que el Ayuntamiento acaba de renovar las banderas azules, sería cuestión de que le echaran un vistazo más a fondo de lo habitual a la playa de las rocas, para separar el grano de la paja, la piedra del escombro, pero también para limpiarla en condiciones, pues como las máquinas limpiadores difícilmente se adentran por este duro pedregal, es casi constante la presencia entre las rocas de latas oxidadas y todavía a estas alturas del calendario descansan en medio de la playa los restos no retirados de un par de hogueras de San Juan.

La playa de las Acacias, sin acacias salvo un par en el paseo que lleva su nombre –el Consistorio no las repone–, sin su antiguo territorio y con ladrillos y herrumbres varias a pocos metros de la orilla necesita mucha más atención municipal que la que hasta ahora recibe.

El pilón femenino

Al hilo del arroyo de los Pilones, alguna vez hemos hablado de cómo el lexicógrafo Luis Aragonés inventó la expresión «hacer la peineta», cuando la correcta es «hacer la peseta». Pasó algo parecido con un concejal de Urbanismo malaguita que llamó a los mojones, hitos o pilones «pilonas». El palabro todavía subsiste en muchos medios de comunicación locales. Entonces, ¿el arroyo de las Pilonas?